A Djukic, la actitud de sus jugadores, le ha dado un respiro. Más que el resultado. El serbio sigue siendo técnico del Valencia. Mestalla decidió anoche congelar su ira y alargar su confianza en el equipo. Los gritos de desaprobación del jueves contra el Swansea se transformaron ayer en aplausos al comprobar que la reprimenda anterior tenia su efecto. El amor propio de los jugadores, que estaba en entredicho tras los últimos ridículos, resucitó y el Valencia mostró una cara muy diferente a la ya habitual. "Así, sí", gritó al unísono Mestalla al finalizar el partido.

Desde el primer minuto, a la grada le gustó la intensidad, garra y compromiso que el equipo le inyectó al partido y Mestalla se volcó con sus futbolistas. Ya lo había hecho antes cuando, sin saber qué se avecinaba, había perdonado. Y es que, cuando el equipo saltó al campo fue recibido con mucho cariño, mientras desde la Curva Nord se desplegaba una gran pancarta con el lema: "Un sentimiento que jamás podréis borrar". La predisposición de la afición ya era positiva. Y la del equipo, que sabía que en sus manos estaba el futuro profesional del técnico, también. La unión convergió pronto para alcanzar el culmen cuando Jonas anotó el primer gol.

El Valencia competía y la grada lo agradecía de manera superlativa porque Mestalla es así. Para bien o para mal. Los mismos que llamaron mercenarios a los jugadores, ayer los ensalzaron para volverlos a idolatrar y al descanso dedicarles una calurosa ovación. Los jugadores, ese era el mensaje que llevaba implícito el aplauso, ya saben que espera de ellos Mestalla:compromiso. Independientemente del resultado. El descanso, amenizado por la Societat Musical La Nova de Xàtiva, ayudó a digerir lo vivido y recuperar la voz perdida porque más de un aficionado se dejó la voz en tratar de propulsar a los jugadores con sus cánticos.

El gol de Gameiro momentáneamente silenció al campo. Pero la reacción fue inmediata gracias a una acción del "descarado" Fede Cartabia que trató de marcar de vaselina. Mestalla quería ayudar en la terapia en la que está inmerso el equipo. Y así lo hizo para recoger los frutos con el segundo gol de Jonas. Un tanto que el brasileño celebró con su hermano que, desde el primer vomitorio de tribuna bajó hasta la valla, para felicitar al brasileño. El delantero, por fin, escuchó como la grada coreaba su nombre y se ponía en pie cuando Djukic lo sustituía por Canales. También el ahora goleador Victor Ruiz sintió el calor de la afición. Mestalla vio compromiso y lo recompensó.