S iempre nos ha resultado curioso que el único club de fútbol de Primera que lleva el nombre en euskera sea Osasuna, significa «salud, fuerza o brío» en castellano. Y más curioso todavía que nadie haya cuestionado el tema, ni siquiera desde perspectivas españolistas. Particularmente nos importa un pimiento se llame como se llame el equipo de la capital de Navarra pero no dejamos por ello de exponer esta curiosidad. Otro asunto alrededor del Osasuna, que no entra en el campo de la curiosidad sino en el del mercantilismo, es que ahora su campo se llama Reyno de Navarra por motivos estrictamente económicos. El Gobierno navarro aportó euros a las arcas osasunistas para que publicitaran Navarra con este nuevo nombre. De esa manera se mantiene la tradición monárquica existente en el fútbol de las tierras vasco-navarras.

Mañana domingo juega el Levante en este Reyno de Navarra coronado por dos reyes: el equipo y la afición rojilla. Con este nombre no le ha ido demasiado bien al equipo levantinista en sus visitas en Primera. Perdió cuatro veces, 2-1 en la temporada 2006-07, 2-0 en la 2007-08, 2-0 en la 2011-12 y 4-0 en la 2012-13. Sólo empató una vez, 1-1, en la 2010-11. Antes, cuando se llamaba El Sadar en la 2004-05, si que ganó por 0-1. Y además lo hizo en un partido, con gol de Sergio García, en el que disfrutamos de una amable placidez viéndolo porque el Levante fue muy superior y llegó a silenciar a la fiel afición rojilla. Algo nada fácil de conseguir, nunca lo ha sido, pues es una afición tremendamente ruidosa e incondicional. Nunca le falla al equipo, ambienta los partidos con tremendo entusiasmo, y se convierte siempre en el jugador número doce del Osasuna.

Reinventado de nuevo el equipo rojillo con el cambio de entrenador Javi Gracia suplió al cesado José Luis Mendilibar, toda una institución en el Reyno de Navarra que ha salido por la puerta de atrás, ofreció una imagen más acorde con su historia de equipo «duro de pelar» en sus encuentros ante el Elche, al que derrotó en casa, y ante el Atleti de Simeone, al que puso en muchos apuros.

Reinando de nuevo los dos reyes del Reyno de Navarra, el reanimado equipo del Osasuna y la afición rojilla, el Levante se enfrentará a los dos en la mañana dominical. A pesar de ello creemos en sus posibilidades de victoria, las mismas que tuvo en Vallecas y Almería. El espíritu indomable de Joaquín Caparrós está penetrando con fuerza en la plantilla levantinista. «No te puedes imaginar lo implicado que está el entrenador en el proyecto levantinista» nos dijo Alberto Gil, director de comunicación «granota», comiendo juntos el miércoles pasado. Animado por sus palabras terminamos la comida expresando un deseo común: que mañana el Levante gane el partido con méritos o sin méritos, con un fútbol convincente o no convincente, con brillantez o sin ella. El caso es que gane porque lo demás son meras añadiduras.