El colista visita el viejo coliseo de Mestalla. Los de Jémez revelación en muchas cosas la pasada temporada han comenzado la singladura de forma errática, desmembrados, sin confianza y con resultados ruinosos. Y sí, esta tarde se enfrentan a un Valencia que necesita urgentemente la victoria para acumular detonantes que le hagan regresar a la senda de la normalidad: el Valencia de hoy -pese a los dos últimos buenos resultados- está en plena fase de reconstrucción...

El efecto Rami. Sí, el francés -líos jurídicos al margen... ya se apañarán- logró con su espectacular raje fortificar un vestuario que había dado motivos para la esperanza en el encuentro previo frente al Sevilla. Pero no piensen que son todos flores. No. Ante el Granada sí que hubo unión entre los que tiran del carro. Pero el encuentro -salvado por Jonas con un gol de carambola- fue malo de solemnidad. ¿Faltó implicación en los jugadores del Valencia? No. Implicación no. Pero acierto y fútbol del de verdad... faltó por arrobas..

Lo de las fotos. Sí, las fotos de Joao Pereira -que en realidad no festejan nada, su valor en simplemente simbólico- sí nos indican que el vestuario (o una parte importante del vestuario) está dispuesto a ponerse el mono de faena para sacar esto adelante. No vean en las fotos de Joao más de lo que en realidad pretenden transmitir. No son fotos volcadas en la red para celebrar un triunfo. Sí lo son para lanzar un mensaje inequívoco: la manada (una parte importante de ella) está unida.

¿Y Djukic, dónde anda?. Bien, una vez dicho esto, es decir una vez destacados un par de detonantes que han influido positivamente en la evolución resultadista del Valencia -y esperando que el Rayo sea el tercer detonante para estabilizar la mercantil de forma más sólida- es preciso preguntarse por el papel que juega Djukic en esta muestra «fotográfica». ¿Y? Pues que su papel es escaso. La manada se ha unido por su cuenta sin tener muy en cuenta al que debería ser su líder natural. Miren, Djukic tiene buen fútbol en su cabeza. Pero ni sabe transmitírselo a su manada ni es capaz de ganarse el respeto de su manada dando órdenes coherentes: Djukic gestiona mal el grupo. ¿Y ahora que hacemos? Pues esperar que Djukic evolucione, se enfunde el disfraz de líder y se ponga a tirar del carro que ya empuja la manada. Pero hasta que lo haga la manada saldrá a «cazar» por su cuenta... como esta tarde ante el Rayo.