Las penas con pan son menos. Este refrán lo aplicó ayer la plantilla para digerir la destitución de Braulio Vázquez. En la mañana de ayer, los jugadores fueron partícipes de la despedida del ya exdirector deportivo en el interior del vestuario, de una exigente sesión de trabajo previa al desplazamiento de hoy a Suiza en el campo de entrenamiento, y de una comida de confraternidad en un restaurante de la calle la Paz.

Un almuerzo que sirvió para limar asperezas con el cuerpo técnico y, de paso en un ambiente distendido, conversar sobre los problemas que afectan al equipo y las posibles soluciones. En la comida, que tuvo lugar en el restaurante de un consejero, se trataron de poner los cimientos para la reactivación del equipo. O, al menos, eso confían los jugadores. El primer objetivo del grupo, que ha recuperado la autoestima tras la victoria sobre el Getafe, es ganar al Sant Gallen y mantener las opciones de acabar la fase de grupos de la Liga Europa con la posibilidad de ser primeros de grupo. Para ello, el Valencia deberá conseguir al menos el mismo resultado que el Swansea para así poder arrebatarle el liderado en la última jornada cuando se medirán en Gales. En la Liga, en el otro frente en el que el equipo está inmerso, el grupo está convencido de su capacidad para situarse y mantenerse en puestos europeos. La victoria en el Coliseum enseñó el camino a seguir para revertir la situación y empezar a mirar hacia la parte alta de la clasificación, y no hacia abajo. Los jugadores, los señalados desde la presidencia como los causantes de los malos resultados por su apatía y poco compromiso en algunos partidos, quieren demostrar que su entrega e implicación es máxima. Ganar los dos próximos partidos permitirá al grupo trabajar con más tranquilidad la semana del parón liguero. Y este es el objetivo más inmediato que se ha marcado el grupo.