El ego de José Mourinho, construido con una vastísima hemeroteca llena de frases histriónicas, solo cede ante su representante, Jorge Mendes (Lisboa, 1965), el agente más poderoso de todo el planeta y que en los últimos meses trata de aumentar sus dominios al Valencia. Mou le llama cariñosamente «El Gran Hermano». Quizá porque nada escapa a su control: «La influencia de Jorge Mendes es descomunal y sin precedentes», recordaba este año el «New York Times» dentro de un reportaje titulado «Cómo tener un equipo sin comprarlo». El ascenso de Mendes corre paralelo al de las dos joyas más grandes de su agencia Gestifute, fundada en 1996, José Mourinho y Cristiano Ronaldo.

La temporada 2003/04 cambió sus vidas. Al delantero de Madeira lo captó a finales de los años 90 y en el verano de 2003, con 18 años, lo colocó por 18 millones en un Manchester United que buscaba el recambio de David Beckham. Ese mismo año el Oporto de José Mourinho, campeón el curso anterior de la Copa de la UEFA, conquistaba en Gelsenkirchen la Liga de Campeones ante el Mónaco, otro de los clubes en los que Mendes acabaría teniendo una gran ascendencia. Al final de esa campaña el fútbol portugués se exhibiría al mundo albergando la Eurocopa. Muchas noticias positivas concentradas y que sacaron el oportunismo y el sentido del negocio de Mendes. Mourinho se marchó al Chelsea. Hasta Stamford Bridge le acompañaron la columna vertebral de aquel Oporto, aprovechando el derroche comprador del oligarca Roman Abramovich, recién llegado y con ganas de comerse el fútbol europeo. Cada vez eran más los clubes satelitales que orbitaban en la galaxia Mendes.

Su corta carrera como jugador no pasó del equivalente a la Segunda B portuguesa, en el Vianense, pero pronto se advirtieron sus dotes de empresario al renunciar a cobrar un sueldo a cambio de gestionar la publicidad estática del pequeño estadio. En 1997, un año después de fundar Gestifute, vendió al meta Nuno al Deportivo de la Coruña, club en el que su presidente Augusto César Lendoiro consideraba a Mendes como su «filhinho», su ahijado. Al club gallego lo ha nutrido en los últimos tres lustros de numerosos jugadores, entre traspasos, cesiones y colaboraciones con fondos de inversión. Una relación solo cortada con el último descenso a Segunda del club de Riazor. En 2002 realizó su primer gran movimiento internacional, al vender a Hugo Viana al Newcastle por 12 millones de euros.

Consolidar su posición hegemónica actual, no obstante, no sería una tarea sencilla. Tuvo que desbancar a los dos agentes José Veiga y Paulo Barbosa, arrellanados en su placentero dominio del mercado de jugadores luso. El primero había dado el gran golpe del mercado al traspasar a Luis Figo del Barcelona al Real Madrid. Al segundo logró «birlarle» de su cartera de clientes a Simão y Maniche. Mientras, otros internacionales como Jorge Andrade se incorporaban a su agenda y extiende su red a los tres grandes clubes de Portugal, Oporto, Sporting y Benfica. Una ascensión con damnificados y polémica, que el propio Mendes justificaba así: «Portugal es un país pequeño, donde las personas que lo hacen bien son el blanco de la envidia, pero tienen que luchar contra la corriente».

Aquellos que lo conocen lo definen como alguien encantador, con don de gentes, capaz de trabar amistades y alianzas con facilidad. No solo representa a jugadores sino que ofrece a los clubes sus consejos y experiencia en operaciones puntuales, y mima y protege al detalle a sus representados: «No es el típico agente que coloca a un jugador y luego se despreocupa. No te lía con comisiones. Es muy trabajador, honrado y busca un equilibrio entre jugador, representante y club», afirma el directivo del Atlético Miguel Ángel Gil Marín. La relación con el club colchonero es de las más fructíferas. Al club del Manzanares colocó Tiago, Diego Costa, Maniche, Seitaridis, Motta o Simão, antes de la llegada de Radamel Falcao. El colombiano fue fichado gracias a la colaboración de Doyen Group, fondo inversor con sede en Malta y desmarcado de Quality Sport Investment, el fondo con el que opera habitualmente Mendes para ofrecer los derechos deportivos de jugadores a clubes con estrecheces de tesorería. Una práctica muy habitual en Sudamérica, que comienza a exportarse a Europa y que la FIFA contempla con recelo. Doyen colaboró con el Valencia para sufragar el reciente traspaso de Pabón.

Al comprobar el movimiento en el mercado de jugadores representados por Mendes destaca la cantidad de futbolistas que han fluctuado entre clubes «amigos». En un mayor porcentaje parten del Oporto, que actúa como equipo «nodriza», para continuar en el Chelsea, Real Madrid, Atlético o Mónaco.

Solo en el Real Madrid, Mendes ha generado un movimiento de mercado 205 millones en traspasos con José Mourinho, Di María, Cristiano Ronaldo, Pepe, Coentrão y Carvalho.