El Levante UD comienza a habituarse, otra vez, a regalar los partidos en el tramo final de los partidos. Por tercera vez esta temporada, y segunda consecutiva, el equipo de Caparrós tiró por la ventana al menos un punto. El gráfico de su juego de ayer en San Mamés es como el de la pendiente de una montaña, especialmente pronunciada en el segundo tiempo. De un juego decidido en el primer tiempo, pasó a exhibir sus defectos tras el descanso, con un fútbol pálido e impreciso, derivado de su decisión de meterse en la trinchera. Allí, fracasó. Bajo la lluvia, ante el empuje del glorioso equipo vasco y en un escenario tan intimidatorio, se sintió pequeñito.

Bien armado por Joaquín Caparrós, un entrenador que conoce como pocos los entresijos del fútbol, el Levante UD aguantó firme 45 minutos minutos en el Nuevo San Mamés. Ya es habitual ver al equipo azulgrana rehacerse de los contratiempos „esta vez fue la derrota en el descuento ante el Granada„ con absoluta entereza. Ganó en Vigo y goleó al Espanyol tras perder, de una forma similar, ante el Real Madrid. Psicológicamente, el grupo de Caparrós se mostró otra vez entre los mejores. Pero sólo fue en la primera parte.

Caparrós había reconstruído un bloque tan sólido que su única referencia era su propio espejo. En un plaza tan exigente, el Levante UD plantó cara al Athletic Club durante un buen rato y además lo hizo con algunas piezas cambiadas, como la entrada de Barral. Una prueba evidente de que en un club sin estrellas la competencia también es feroz.

Perfectamente asentado en el campo, las piezas bien situadas, el Levante UD leyó el partido con un gran sentido común en el primer tiempo, antes de decaer en el tramo final del partido. Supo esperar al Athletic en torno a su área y salir al ataque con mucho criterio. La defensa «granota» merece un premio. Susaeta lo pasó mal, igual que Aduriz, la referencia atacante. En todo el primer tiempo apenas encontró el Athletic un par de resquicios para el remate. Ni Muniaín se sintió cómodo.

En plan acordeón, el Levante UD se despliega con peligro. A la verticalidad de Rubén en la izquierda, se suma la habilidad de Xumetra en la derecha. El exilicitano firmó la acción del partido en la jugada que desequilibró el marcador en el primer tiempo. Entró sin pudor alguno en el área, paralelo a la linea de fondo, y con una frivolidad dejó la pelota en bandeja a Barral, que ya se encontraba en la posición del «9». El andaluz, desplazado al banquillo por Babá desde la quinta jornada, en el desplazamiento a Almería, estaba loco por marcar. Lo hizo en el segundo remate, tras recoger el rechace de Iraizoz a su primer intento. El delantero se lo dedicó al banquillo. Eso sí, tenían tantas ganas de anotar que se olvidó de felicitar a Xumetra, que mereció al menos que el árbitro le atribuyera medio gol en el acta.

El partido cambió tras el descanso. Era el giro previsto. El Athletic pasó entonces por encima de su rival, que no respiró en todo el segundo tiempo. Keylor Navas evitó el empate, con otras parada espectacular, antes de que el acoso de San Mamés surtiese efecto. El costarricence despejó mal esta vez, con el puño, un centro de Toquero, que convirtió Mikel Rico en petróleo. Enganchó el balón de volea y lo envió ajustado al poste.

El empate hizo daño al Levante UD, que no se repuso ya en lo que quedó de partido. Sin saber muy bien qué camino tomar, el equipo de Caparrós acabó pagando, entonces, sus dudas. Y, por supuesto, el empuje del Athletic, que no descansó un segundo en busca de la victoria. La puntilla llegó con otro centro desde la derecha, rematado esta vez por el incansable Aduriz. Un remate pegado al poste, imparable, que hizo justicia.