Según pronostican los expertos en rufetología una materia que, aunque esté en mantillas, ya cuenta con acreditados especialistas Djukic abandonará el Valencia más pronto que tarde. Cuando eso ocurra, el serbio se llevará consigo un cúmulo de experiencias impagable y habrá completado un ciclo valiosísimo para su carrera. Entre otras muchas cosas, habrá aprendido que en el fútbol no hay postulados indubitables ni verdades infalibleshasta el propio Francisco ha puesto en duda la incuestionabilidad papal, nada menos. La otra noche en Gales, dos de los principios, hasta ahora intocables para Djukic, se desmoronaron. A saber: su equipo puede ganar sin Banega y Ricardo Costa, dos presencias hasta ahora innegociables. Pues no señor. Ni ellos ni nadie son imprescindibles. Don Preciso está todavía por nacer. Otrosí: Oriol Romeu, uno de los olvidados del entrenador, tiene cabida. Y debería ser fijo desde hace tiempo. No digamos nada de Parejo, que por fin parece haber quebrado la resistencia de su técnico a alinearle. Ni de Bernat, ni de Canales, a los que el entrenador viene postergando a la mínima ocasión, en beneficio de otros futbolistas que están agotando la paciencia del personal. Más aún: Pereira demostró que ahora mismo, Barragán debe figurar en el once titular. Todas estas realidades dejaron en evidencia la cabezonería de un entrenador empeñado en formar equipos obtusos, que no juegan y que fracasan al mínimo contratiempo. Y no es que este Valencia alcanzara la exquisitez. Simplemente jugó con más normalidad además de contar con la fortuna que se labró que esos extravagantes equipos con los que Djukic nos ha venido obsequiando. A ver si de una vez, el técnico se percata de que hay que ser más flexible. Si asume eso, el fútbol se lo agradecerá.