Difícilmente existe deportista vinculado al ciclismo que no conozca algún caso de robo de bicicletas en los últimos meses. Sea del deporte profesional o el amateur. En el primer caso, el problema se agrava por los robos de bicicletas de alta gama, para los que se han organizado bandas, especializadas en la sustracción única y exclusivamente de estos productos. Su objetivo no es otro que satisfacer la demanda de compradores que no tienen reparos en adquirir una bicicleta conseguida ilegalmente, a menudo frustrando los sueños de ciclistas que han depositado enormes ilusiones en caras bicis para mejorar sus tiempos.

Las fuerzas de seguridad han podido investigar la existencia de estos grupos, que conocen a la perfección a sus víctimas y saben dónde pueden conseguir los productos reclamados. Son versados delincuentes que estudian las mejores circunstancias o directamente aprovechan, con toda la brusquedad que sea necesaria, las ocasiones «irrechazables». Levante-EMV ha podido conocer afectados en municipios como Chiva, Godelleta, Canals, Moixent, Turís, Valencia, Xàtiva, Alzira, Benidorm o Càrcer. Evidentemente existen decenas de casos más a lo largo del panorama valenciano. «Se han dado cuenta de lo que puede llegar a valer una bicicleta de alta gama y la verdad es que han entrado a saco y están haciendo mucho daño. Por ejemplo, van a los bares donde se concentran los ciclistas y mientras se distraen un poco, roban sus bicis. Hay que estar muy al loro. Se han dado incluso casos de ir por la carretera entrenando un ciclista solo, situarse un coche a su lado y obligarlo a detenerse para después robarle la bicicleta», expone José Ignacio Tapias, del centro deportivo Fitness31, situado en Alcàntera de Xúquer, en la Ribera.

Algunos bares y restaurantes, conocedores de la problemática, han acondicionado salas interiores (a modo de aparcamiento) para que los ciclistas pueden dejar allí sus instrumentos de trabajo u ocio y almorzar tranquilos. Es el caso del bar Ricardo de Sumacàrcer, uno de los lugares de encuentro más conocidos de la parte interior de la provincia de Valencia. El robo se ha intensificados en los últimos años por la existencia de una tendencia que ha llevado a los aficionados a competir o entrenar en el mundo de las carreras combinadas o BTT.

Uno de los casos más sonados en las últimas semanas ha sido el del triatleta de Almansa Edu Pito. Durante la transición de un entrenamiento de prueba combinada en Benidorm (ciudad en la que reside en la actualidad), entró a ducharse en un polideportivo bastante poblado de gente. No fue óbice para que los ladrones le reventaran las lunas del coche y le robaran una cara bicicleta que ocultaba en el maletero. La pasada semana desaparecieron dos bicicletas en Canals, siendo rescatadas horas después por la Guardia Civil en la misma localidad. También tuvo una desagradable experiencia el duatleta de Valencia Mariano Fernández, quien sufrió un robo prácticamente ante sus narices. «Fue en Benimàmet, frente al Lluís Puig. Estuve más de media hora hablando con una persona a la puerta de un bar y yo creo que ahí ya estaban esperando a que me distrajese. Entré un minuto al bar y rápidamente vi como se llevaban mi "mountain bike", valorada en unos 1.500 euros. Salí corriendo detrás pero al ir vestido de ciclista no pude hacer nada».

El colmo de los despropósitos lo sufrió el triatleta de Antella Jordi Pascual durante su participación en el triatlón olímpico de la Casa de Campo de Madrid. El ribereño se introdujo junto a sus rivales en el agua para completar el sector a nado y cuando salió (entre los primeros clasificados dado que el antellense es uno de los deportistas más importantes a nivel español en pruebas combinadas) se quedó de piedra al ver que le habían sustraído la bicicleta, además de material deportivo variado como unas gafas o el casco. En total, más de diez mil euros de robo.