La lógica y la calidad se impuso en Mestalla. El Valencia, con un 4-0 global, cerró el pase a cuartos y al mediodía conocerá su próximo rival de la Liga Europa. Ayer, en un estadio prácticamente vacio, el equipo de Pizzi ganó con un gol de Paco Alcácer al Ludogorets, certificó la eliminatoria y se adjudicó una recompensa económica de 450.000 euros. La hora de ruta diseñada por el presidente Salvo para convertir en exitosa la temporada se está cumpliendo y ya «sólo» quedan cuatro exigentes partidos para colarse en la final de Turín y, siendo optimistas, cinco encuentros para ganar la competición cuando hace diez años que el Valencia ganó el trofeo. Ese es el objetivo y la ilusión que maquilla una temporada en la que el Valencia navega en la indefinición. Pero el camino es largo y se antoja que más tortuoso que el completado hasta ahora. El Ludogorets, a pesar del 0-3 de la ida, quiso ser en Mestalla un equipo descarado y sin complejos para, de inicio, hacerse con el control del balón y obligar al Valencia a agazaparse en el área de Alves. Pero curiosamente, las primeras ocasiones fueron para un Valencia que, en parte por el cómodo resultado de la ida, jugaba a una velocidad menos de lo que requería un partido europeo. Sólo Gayà, al que los problemas lumbares de Bernat abrieron la titularidad, se desmelenaba espoleado por los ánimos de una grada que quiso arropar al valenciano en todas y cada una de las acciones en las que participó. El canterano, rapidísimo, intervino en las escasas acciones de peligro de una espesa primera parte. Cuarenta y cinco minutos en los que la mejor ocasión de un Valencia que lo que quería era que el reloj corriera lo más rápido posible para cerrar el trámite, llegó de las botas de Dani Parejo que estrelló el balón en el larguero tras un lanzamiento de falta directa.

Para el Ludogorets el Valencia era demasiado rival y el resultado de la ida una gran losa. Quizás por ello, el Valencia trató de cerrar el partido en los primeros minutos de la reanudación pero Paco Alcácer, en un tiro desde la derecha, vio tan claro el gol que lanzó fuera el balón. Un aviso al que le seguiría un segundo ¡uy! general tras un error de Vargas y, acto seguido, varias embestidas del Ludogorets que trataba de acercarse a Alves pero que flaqueaba quizás por su inexperiencia europea en el último pase. Pero fue un gol de Paco Alcácer, en el minuto 58, el que definitivamente mató el partido y cerró la eliminatoria. El valenciano, en una genial definición de cabeza a un centro de Fede y exhibiéndose ante dos maestros como Kempes y Penev que estaban en el palco, adelantaba al Valencia en el marcador y, con ello, hundía anímicamente a un Ludogorets al que ya sólo le quedaba el orgullo para reflotar. Y así, a la heroica, Bezjak le lanzó a bocajarro un balón a Alves que sacó una mano impresionante para arrancar el aplauso y admiración de la grada. Ya era cuestión de dejar transcurrir los minutos, contemporizar , gustarse en jugadas individuales que significaban sobredosis de autoestima y sobre todo evitar contratiempos.

El Villarreal, en la pesadilla que se ha convertido la Liga, visita Mestalla el domingo y ese, todo apunta, será un partido muy diferente.