Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mestalla, ¿un escenario neutral?

Mestalla se convierte esta noche en una especie de OK Corral, aquel mítico escenario de un incontenible duelo a muerte: Treinta disparos se descerrajaron en el medio minuto que duró aquel tiroteo, inmortalizado para el cine por maestros como John Ford (Pasión de los fuertes) o John Sturges (Duelo de titanes). Hoy son el Barça y el Madrid quienes, en un teórico campo neutral, dirimen su cuestionable supremacía futbolística, amenazada por el Atlético.

¿Campo neutral? Ni pensarlo. A decir verdad, Valencia no se va a convertir esta noche en una especie de Ginebra, ciudad fria y apartada, que acostumbra a acoger conferencias de paz y encuentros de buena voluntad entre bandos beligerantes. Para empezar, numerosas cuadrillas procedentes, unas de las tierras de Poniente, otras de allende el Sènia, invaden a lo largo del día las calles del cap i casal y coparán mayoritariamente la grada.

Esa gente llega provista de toda suerte de artilugios sonoros fundamentalmente de martilleante percusión y con las cuerdas vocales recién afinadas para bramar a pleno pulmón en favor de los suyos. A simple vista, no parece que el campo vaya a ser el lugar idílico para un hermanamiento entre aficiones. Ni siquiera los sones marciales del chunta-chunta inicial, lograrán ponerlas de acuerdo. Unos, lo aplaudirán a rabiar; los otros no están ahora con ánimos de corearlo. Desde ahí hasta el final, el desacuerdo irá en aumento.

Por su parte, la minoría valenciana acabará tomando partido por uno u otro frente. No existe el espectador de fútbol químicamente puro. Siempre hay algún motivo familiar, social, geopolítico, sentimental o simplemente estético, que obliga a decantarse. Resulta imposible no posicionarse. Hace unos años asistí invitado a una final europea entre el Steaua y el Milan. Aparentemente, nada me iba en el envite. Pero a los cinco minutos, cautivado por la precisión geométrica del fútbol de Arrigo Sacchi, era un tifosi más.

La grada valenciana tampoco será hoy imparcial. Es impensable, con esos dos contendientes en disputa. Durante años, el valenciano fue un público cautivo de don Santiago Bernabéu, bajo cuya férula, el fútbol español bailaba al son que tocaba el franquismo. Tan fervorosamente entregado a la causa estaba Mestalla que el Madrid lo escogía como feudo si la UEFA le clausuraba Chamartín. Tenía garantizado un público tan incondicional como el de la Castellana. Hoy, ese fervor resulta impensable. La historia de Mestalla está zurcida con bochornosas afrentas arbitrales en favor del Madrid. Y en la memoria valencianista permanecen numerosos agravios madridistas. Sólo cabe recordar el último, de hace escasamente un par de años, cuando el Valencia se enfrentó al Shalke en la «Champions». Sin cortarse lo más mínimo, Florentino tomó partido por los alemanes: «Prefiero que gane el equipo de Raúl» explicó. También se apuntaron a la causa, Guti, siempre exquisito, y algún saltimbanqui mediático que le rinde pleitesía al Sr. Pérez. Ese es motivo más que suficiente entre otros muchos para que esta noche, el personal de aquí entre el que me cuento deseemos fervientemente que el Madrid se la pegue. ¿Quién dijo neutrales?

El único valenciano imparcial será Mateu Lahoz, un árbitro con maneras europeas, al que le ha caído encima un marrón. Como el partido se complique, la excelente trayectoria que ha tenido hasta ahora, se puede torcer, dada la envergadura de los rivales y el poder de su entorno mediático, que no perdona ni una. No estaría de más que, contra su costumbre de dejar jugar y no dar recitales de pito, Mateu ate en corto a los jugadores y les mantenga a raya. El choque será bravo. Y conociendo el percal de algunos, fácil no se lo van a poner.

Compartir el artículo

stats