Un accidente de tráfico la postró en una silla de ruedas pero en vez de rendirse optó decididamente por convertirse en una «superwoman». La atleta paralímpica Gema Hassen-Bey encara ahora el gran reto de su vida: subir los 5.895 metros del Kilimanjaro en su inseparable silla y acompañada de la espada con la que ha participado en la modalidad de esgrima en cinco Juegos Olímpicos. Con esfuerzo y un optimismo a prueba de bomba, Hassen-Bey, nieta de un turco macedonio, descendiente lejanísimo de los embajadores de Alejandro Magno, borró de su mente la minusvalía que había atormentado su infancia y parte de su adolescencia para estudiar Ciencias de la Información, grabar un disco, realizar un programa propio de televisión y participar en películas y concursos de baile. ¡Todo un ejemplo de superación ante la adversidad!

Usted nació en Madrid un 2 de julio, ¿por qué no quiere decir nunca el año?

Para mí no es importante el tiempo que llevo en la Tierra sino lo que hago con mi tiempo. No entiendo que lo queramos cuantificar todo porque eso nos limita y le aseguro que yo aparto de mi vida todo lo que limita mis sueños. No me limita ni el depender de una silla de ruedas.

¿Qué le pasó para acabar en una silla de ruedas?

Tuve un accidente de coche con mis padres cuando era muy pequeña. El coche derrapó en una mancha de aceite y yo, que iba dormida, salí despedida. Mi padre me recogió del suelo y eso me hizo más daño. Después, en el hospital me pusieron de pie y la médula se fastidió. Me quisieron ayudar pero no supieron y me quedé en una silla de ruedas para toda la vida.

¡Qué palo! Lo debió pasar muy mal, ¿no?

Lo he pasado muy mal porque era muy pequeña y no entendía nada. Era una niña y era diferente. También lo pasé muy mal durante la adolescencia. Dese cuenta de que además de tener acné iba en una silla de ruedas.

¿Tan mala fue esa adolescencia?

De pequeña pensaba que no iba a ligar porque iba en una silla de ruedas. Con el tiempo me he dado cuenta de que ese pensamiento era una tontería porque esa silla me ha hecho conocer a mucha gente y siempre he tenido pareja. La adolescencia fue mala pero fue también cuando me empecé a plantearme retos para salir adelante.

¿Cuál fue el primero?

Escaparme de casa para ir a comprar el pan. Mi padre me sobreprotegía y un día decidí lanzarme a la aventura de ir a la panadería y bajar las escaleras. No tenemos rampa de minusválidos en mi casa porque a mis vecinos les parece antiestética. Cuando llegué nadie me veía porque el mostrador era más alto que mi silla. Mi padre me echó una gran regañina pero le dejé claro que la vida tiene riesgos para todos.

Y su barra se convirtió en espada, ¿verdad?

Exactamente. Entré a formar parte del primer equipo paralímpico de esgrima que participó en los Juegos Olímpicos de Barcelona. La espada me sirve para luchar por lo que quiero y para no rendirme nunca. La esgrima te hace tener una mente muy rápida y el deporte en general te inculca valores como el del esfuerzo, el sacrificio y el juego limpio. Creo que esos valores se han perdido, pero a mí me han ayudado a superarme y a pasar de ser esa minusválida que era de pequeña a ser la 'superwoman' de la que se hablaba en los Juegos de Londres. He vivido ya cinco Juegos Olímpicos y mi espada ha estado siempre conmigo y me acompañará al siguiente reto: subir el Kilimanjaro.

¿Recuerda la última vez que utilizó sus piernas?

En absoluto. Tengo la sensación de que de pequeña corría mucho. Mi familia solía ir muy a menudo a Trujillo pero el día del accidente mi padre decidió ir a Segovia. Yo me puse a llorar desconsoladamente porque no quería ir. Quizás eso fue una premonición.

¿No le entra nunca la pájara?

Tengo momentos malos, pero no olvido que llevo toda la vida en crisis y que siempre he luchado por mis sueños. Disfruto de los momentos buenos y de los malos. El éxito es muy social pero cuando no ganas vuelves a ti mismo. El fracaso te hace conocerte y saber por qué no has ganado.

¿Hasta qué punto es importante el apoyo de la familia y de los amigos en este tipo de circunstancias?

La familia, la pareja, los amigos y los contactos de Facebook son fundamentales para la recuperación. Te recuerdan que tienes que seguir luchando. También fueron muy importantes en mi vida los médicos y enfermeras del hospital de tetrapléjicos de Toledo. Ellos me hicieron ver que mi lesión era una realidad, que mi vida iba a ser un poco más difícil pero que tenía que salir adelante y no rendirme.

Pero habrá que ser además una persona muy positiva para salir adelante, ¿no?

Soy positiva y realista. Cuando encuentro obstáculos físicos o psicológicos los sorteo. Más importante que los obstáculos son los sueños.

¿Qué le dice a quien estando en su situación no encuentra fuerzas para salir adelante?

La fuerza está en uno mismo y no hay cosas imposibles. Nosotros somos responsables de guiar nuestro destino. Si yo consigo subir al Kilimanjaro, cualquiera puede hacer lo que se proponga.

¿Cómo surgió el «si te mueves tú, el mundo se mueve contigo» que marca sus retos?

Estoy convencida de que por poco que decidas moverte siempre vas a encontrar a gente que te acompañará en el camino.

¿Cómo se le ocurrió el reto de subir al Kilimanjaro?

Toda esta aventura se gestó en el hospital. Hace año y medio me quemé en la ducha y me han tenido que operar. Además tengo varias lesiones de la esgrima. Ha sido un año duro, pero un amigo me lo propuso y decidí marcarme ese objetivo no como hito deportivo o histórico, sino pensando en que puedo ayudar a otra gente que está en mi situación. Todo lo que aprenda y descubra lo contaré en el portal que ya he creado 'www.divercity.es'. Me interesa más todo el proceso que ahora comienzo para entrenarme que coronar esa cumbre.

¿Ha logrado ya financiación para este reto?

Estoy en ello. Espero ayuda de las empresas y voy a lanzar una red de crowdfunding para que pueda colaborar todo el mundo. Lo que pretendo es ver qué podemos aprender de esta aventura, ver qué tipo de ropa es la más útil para subir los 5.895 metros del Kilimanjaro, desarrollar un prototipo de silla de ruedas que sirva a otros y hacer de este reto una guía para gente que esté en mi situación. Yo creo en la solidaridad proactiva. Cuando todos nos ayudamos la vida se convierte en algo muy emocionante.

¿Le resultó también emocionante defender las candidaturas de Madrid 2012 y 2016?

En 2012 fue muy especial porque fue la primera vez que un deportista paralímpico trató de tú a tú a los olímpicos. España fue pionera en dar ese trato de justo respeto y admiración a los deportistas con minusvalías. Ahora casi todos los países lo hacen pero nosotros fuimos los primeros.

¿Qué recuerda de 2016?

Ganó Río de Janeiro y no me parece mal. Al fin y al cabo es justo que un país de Sudamérica sea sede por primera vez en la historia de unos Juegos Olímpicos.

¿Le dio alguna vez la sensación de que la ciudad estaba elegida de antemano?

No lo creo. Lo único cierto es que unas veces se gana y otras se pierde.

¿Piensa como su compañera Teresa Perales que quedarse en una silla de ruedas no ha sido lo peor que le ha pasado en su vida?

Sí. Ha sido más difícil asumir la pérdida, por ejemplo, de mi padre. Estar en una silla de ruedas es solo una circunstancia y cada uno tenemos nuestras propias circunstancias.