El Valencia Basket vuelve a la mala costumbre de tener que vivir con las lesiones. Ausentes Van Rossom y Sato, el ucraniano Lishchuk ha sido el último jugador en caer en el dique seco. El conjunto de Perasovic supo la pasada temporada emerger en circunstancias similares aunque es cierto que el momento es distinto. La victoria ante Galatasaray estuvo bien por el resultado. El juego deja muchas dudas todavía. Los jugadores mostraron esa falta de confianza cuando las cosas no ruedan como debieran y se demostró que hay mucho que mejorar. Es obligatorio hacerlo. Dijo el técnico croata el viernes que sus jugadores tenían hambre de jugar bien y será el propio Perasovic el que tenga que inculcarlo. No encomendarse eternamente al acierto exterior o trabajar el rebote ofensivo son algunos debes. Hay mimbres para mejorar y ello pasa por jugar cada vez mejor y con criterio. Los resultados irán llegando.