Joan Barreda estuvo a punto de tirar por la borda sus opciones en el Dakar. Si el piloto es bueno y la máquina también, dos pueden ser los motivos que acaben con las ilusiones: una avería o una caída. Al de Torreblanca le tocó ayer la segunda de ellas y lo que en ocasiones puede ser un simple susto o puede ser el abandono definitivo, quedó a mitad camino. Si se quiere, más cerca de lo primero. Ayer perdió seis minutos respecto a su gran perseguidor, Marc Coma. Botella medio llena o medio vacía: un gran contratiempo o pudo ser peor.

El propio Barreda narraba lo que le había sucedido al acabar el episodio, una de las pruebas llamada «maratón» corrida en tierras de altura boliviana. «Estas etapas son de las que vas con cuidado, pero aún así no es suficiente. El libro de ruta mostraba un peligro, pero sin indicar si era nivel 1, 2 o 3. Lo he visto bien, a más de 100 metros y he comenzado a frenar, pero con el barro la moto ha deslizado muchos metros y al final ha impactado en un bache partiéndose el manillar. Era el kilómetro 200 de la especial y he tenido que hacer 120 con una sola mano, no es fácil. Somos un gran equipo y la moto estará perfecta para la siguiente etapa». O sea, la de hoy. Ayer, Barreda llegó con tan sólo medio manillar.

El gran beneficiado, como no, fue Marc Coma que recortó los 5 minutos y 59 segundos de la diferencia. Fue segundo en la etapa, que ganó el piloto que marcha como tercero en discordia, el portugués Paulo Gonçalves. Barreda mantiene el liderato, aunque ahora con 6 minutos y 28 segundos sobre Coma, 10:59 sobre Gonçalves y 26:16 sobre el chileno Pablo Quintanilla. «Motivado he estado siempre y con ganas de luchar también. Sigue estando igual de difícil que antes. Estamos un poquito más cerca pero nos quedan seis días de carrera, toda una vida», Marc Coma.