Raso y junto al palo

Tenemos Nuno, no Espíritu Santo

Tenemos Nuno, no Espíritu Santo

Tenemos Nuno, no Espíritu Santo

Julián García Candau

Absténganse aquellos que en otros tiempos creyeron poseer la esencia del Valencia. Olvídense quienes en otros época gritaban el «Arturo saca los duros» o el «vete ya» al entrenador de turno. No ha lugar a las discrepancias. Hay que comenzar a entender que el club ya no es de los socios y ni siquiera de la gran cantidad de pequeños accionistas. Ahora, aunque ha crecido el número de turiferarios nos topamos con que hasta la hija de Peter Lim anatematiza a quienes osan discrepar. El Valencia ha sido eliminado de la Copa y no hay que rasgarse las vestiduras ni mesarse los cabellos. Hay que hacer borrón y cuenta nueva. Ahora, todo es futuro aunque el presente tenga momentos estomagantes.

Ha sorprendido que se cayera ante el Espanyol. Como si hubiera sido el primer síntoma de ciertas debilidades. Ya ocurrió en Riazor donde hubo derrota casi humillante. Costó eliminar al Rayo, que no es el Bayern. Se gozó al vencer al Atlético sin reparar que todo ocurrió en diez minutos y que en la segunda parte todo fueron desaciertos. Se derrotó al Madrid, lo que siempre reconforta, y se dio la circunstancia de que se jugó a un ritmo inesperado y con la bayoneta calada. Se perdió en Mestalla con el Barça aunque tal vez sin suerte, pero sacó un punto el Athletic de Bilbao y no se pasó del empate en Vigo y Granada. Y lo que es peor, se perdió en Orriols con el Levante. Lo más entusiastamente fue ganar en El Madrigal. No parece que estemos viviendo marcha triunfal. Nadie, todavía, ha sido capaz de desentrañar el juego del Valencia. No se sabe a qué juega.

Se cayó en Cornellá después de haber firmado la continuidad del entrenador. Se renovó el contrato a Nuno y parece ser que nos quedamos sin Espíritu Santo. Lo ideal siempre ha sido encontrar al hombre capaz de dirigir el equipo durante muchos años. La aspiración a contar con un sir Alex Ferguson es encomiable. Lo dramático en el Valencia ha sido tener que despedir al entrenador después de jurarle amor eterno. Aquí se pasó de ello al odio, también eterno, como el de Aníbal a los romanos. Los entrenadores a quienes se asegura el porvenir no tienen buena historia en Mestalla. Recuérdense las idas y venidas cuando mandaba Juan Soler. A Salvo también le cambiaron la seda por el percal tras hacer el paseíllo con Pizzi.

No habrá gritos de «Nuno vete ya» porque no viene al caso. El valencianismo ha vendido el «sentiment» y lo mejor que se puede hacer es encomendarse al Santets de la Pedra para que llueva porque la sequía es perversa. Nuno no es empleado del club, sino de Jorge Mendes y su consocio Peter Lim. Los fichajes ya no son labor exclusiva de Rufete y Ayala. Ahora hay que aceptar lo que ejecuten quienes mandan.

No creo que la solución del juego del Valencia dependiera de Carles Gil, pero cuando se hace campaña en defensa de la cantera parece ironía que el primer traspaso en la época invernal sea el de uno de la casa. Los enemigos de Manuel Llorente le acusaron de ser presidente vendedor. Con los buenos traspasos se fue saliendo de la aguda crisis del solerismo y con Salvo hay que echar cuenta de los jugadores que han sido traspasados y tengo para mí que están dejando en los altares a Llorente. Y eso que ha llegado Peter Lim que prometió el oro, el moro y el Micalet. Y también se le caen campanas.

Todo no van a ser pesares. Lim comenzó el año sin pagar los seis millones de euros al Consell, pero todo se andará. Se espera que cualquier día se dé noticia de tal abono. Con Bankia no tiene nada pendiente. Los siguientes veintidós millones de la compra a plazos tienen fecha a mitad de año.

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