Pelayo ha sido un centro referencial de la personalidad valenciana, y de su lengua, diríase que una isla en la capital. Su cafetería, centro de tertulias toreras, „Granero era un asiduo„ de artistas de la farándula y el cante, que se reunían en las noches de verano bajo la parra, junto a un pozo de aguas benéficas; Pepe Marchena era asiduo a las noches de Pelayo cuando actuaba en Valencia. Tertulias deportivas, con ases del Valencia CF como Asensi y Amadeo, Fuertes, Pesudo, Claramunt, Roberto€ o incluso políticas pues Pelayo fue voz discordante a muchas prohibiciones de la posguerra, como aquella de eliminar el color rojo de las fajas, cosa que duró unos meses por verdadera resistencia popular.

Cuando se inauguró el Trinquet de Pelayo, el 20 de agosto de 1868, todavía no había calles a su alrededor. Desde su inauguración se convirtió en el lugar referencial de la pilota valenciana. Nadie ha podido considerarse figura sin haber triunfado en el mismo.

Se dispone de testimonio gráfico de las grandes figuras de finales del XIX y principios del XX. Nombres como Nel de Murla, Font de Ondara, Marí de Jávea, El Rata y Rabosa de Valencia, y Quico el Tramusser, fueron señalados en 1935 por la revista gráfica «Estampa», de tirada nacional, como los mejores del último tercio del XIX, según el testimonio del Xiquet de Simat.

El Xiquet de Sueca, junto a Xato de la Estación, Moliner de Alboraia, El Faixero, El Rovell de Dénia (padre de Rovellet), Xato de Marxalenes, Fusteret de La Llosa, Xato de Pedreguer, Guara o Peris de Ondara, entre otros formaron parte de aquellos pelotaris que sobrevivieron, por ejemplo, a la presión de la pelota vasca que llegó a Valencia en la última década del XIX con una lujosa instalación, el Jai Alai, para diez mil espectadores. Después llegaron las época del Lloco, Quart, Lliria, Juliet, Rovellet, Eusebio y Genovés, hasta la actual.