David Ferrer juega más de veinticinco torneos al año. Siempre, es obvio, sale a ganar. Pero confiesa que siente un cosquilleo especial cuando se acerca Roland Garros. La cita francesa es su torneo «preferido» y por tanto, el que «más ilusión» le haría ganar. En 2003 jugó la final pero fue Rafa Nadal quien mordió la Copa de los Mosqueteros. A sus 33 años, el valenciano «sueña» con poder materializar su deseo. Así se lo reveló ayer a un grupo de niños de varias escuelas de tenis en el Foro Itálico de Roma. El octavo mejor jugador del mundo se «abrió» a los pequeños, de entre 4 y 10 años, para contarles que era del Valencia CF, por ser «el club de mi ciudad», y que el «gusta» el Barcelona.

Ferrer contó a los pequeños que empezó a jugar al tenis cuando tenía «siete u ocho años» y que lo hizo por diversión y porque su hermano Javier también jugaba. David debuta hoy en el Master 1000 de Roma ante el ganador del duelo entre Gasquet y Fabbiano.

Hijo de contable y de profesora de escuela elemental, el jugador relató que habitualmente, por las mañanas, se entrena «con dos horas de tenis» y que por las tardes, trabaja el físico y hace «un poco de fitness». Eso sí, les puntualizó que cuando tiene que jugar torneos, entrena «menos». Ferrer, para empezar el día con vitalidad, «normalmente» desayuna «fruta, tostadas con jamón york y un café con leche» y, al mediodía, su preferencia cuando está lejos de su casa (Xàbia) es la comida de Italia, porque, bromea, «es la más parecida a la española». De buen comer, el tenista se priva de «algunas cosas» por lo que come «pocas patatas fritas y más verduras». En el poco tiempo libre que le queda, al ganador este año en Doha, Río de Janeiro y Acapulco, le gusta practicar ciclismo y fútbol y su sitio «preferido» para disfrutar de las vacaciones es Xàbia, un lugar que a los niños describió como un «pueblo de la costa española».