«Esto está chupado» dice, mientras pasa con bastante buen tino, un cicloturista que, inmediatamente después, se pierde junto a las antenas porque resulta que hay un camino de descenso escondido, más adecuado para las BTT que para una bici de carreras. Dos kilómetros más abajo, una pareja para a mitad de camino «subimos un poco y ya está bien. Nos faltan piernas para llegar más arriba. ¿Tu sabes cómo es lo que falta?». Lo sabe el coche, que en algunos tramos se queja con la segunda marcha y pide urgentemente poner primera para recuperar el brío.

En la guía de la Vuelta Ciclista a España es la «Cumbre del Sol», pero los habitantes de la zona lo conocen como el Puig de Llorença. Es una cumbre protegida, aunque poco le queda por proteger, agujereada por las antenas y con un montón de obra nueva. Es el final de etapa del próximo domingo. El pelotón saldrá de Torrevieja, pasará por el litoral. Cruzará Benidorm, una ciudad ciclista como pocas. Tras pasar por Altea, Calpe y Moraira habrá una primera subida incompleta, en la que se convierte en puerto de segunda categoría. Descenso rápido a Xàbia, donde muchos vecinos del «cap i casal» estarán haciendo las maletas para volver a casa y, en dirección nuevamente a Benitatxell, encararán esta cima inédita en la historia de la Vuelta, ya como alto de primera categoría. Aunque pica hacia arriba desde antes, son cuatro kilómetros y medio de alta exigencia. Irregular, porque hay varios tramos rectos e incluso en descenso, combinados con inconcebibles muros entre 10 y casi 20 por ciento. Allá arriba suben muchos curiosos, en bici o a cuatro ruedas, porque las vistas son de las mejores de la costa. A la izquierda se pueden ver algunos rascacielos de Benidorm; de frente y al fondo, la montaña de Cullera y a la derecha, el Montgó en toda su extensión. Y entre medio, el inconfundible paisaje de la Marina Alta, toda tachonada de pequeñas y grandes urbanizaciones. Es un paisaje que el cicloturista de la zona conoce perfectamente y los sábados y domingo, su imagen, con el plato pequeño, es habitual.

Ya hay pintadas para Froome

«El tramo final es lo peor. Aunque tienes unos metros de descenso tienes dos subidas seguidas, a cada cual peor». Nada más desviarse de Benitatxell, el ciclista afronta las dos únicas curvas cerradas, con un desnivel ya importante. A partir de ahí, una casi recta interminable y muy empinada. Un respiro y en seguida una subida durísima, con el asfalto ya menos agradecido. Y vuelta a empezar: otra rectita junto a una envidiable urbanización y un último arreón aún más duro. Unos guiris ya han dejado mensajes de apoyo a Chris Froome. Ahora mismo, es la única señal del circo que se instalará el próximo fin de semana. No hay tregua hasta el último metro. ¿Será capaz de protagonizar una «desfeta» como la de ayer en el Caminito del Rey? Visto lo visto, puede pasar cualquier cosa.