El accidente del pasado sábado en el rally de A Coruña ha reabierto la polémica sobre la seguridad de un deporte que, desgraciadamente para sus practicantes y aficionados, reclama la atención informativa cada vez que ocurre un fatal desenlace. «Partimos de la base de que es un deporte de riesgo, y por tanto el riesgo cero no existe ni en un rally ni en una pista de karts. Siempre puede saltar una pieza o volcar un coche y en los rallys el riesgo aún es más elevado», explica el presidente de la Federación de Automovilismo de la Comunitat Valenciana, Manuel Aviñó.

El público no siempre tiene la razón. Al menos, en el mundo de los rallys. Pese a que en la prueba de A Coruña los espectadores atropellados se encontraban en una zona permitida „incluso fueron aconsejados por la Guardia Civil, al tratarse de un lugar aparentemente seguro„, la falta de concienciación de muchos aficionados suele ser el motivo de las desgracias. «El 80 por ciento de la gente está bien informado y sabe cumplir con las normas, pero hay un cerca de un 20 por ciento de espectadores que va a los rallys sin interesarse para nada de la seguridad», afirma Aviñó, que detalla el protocolo de seguridad que se sigue para garantizar la seguridad en cada carrera. «Cuando se va a disputar una prueba, el circuito se acota con el paso del responsable de cintas. Una vez completado el tramo, una caravana de seguridad de seis u ocho coches pasan por el recorrido para ubicar a la gente antes del paso del primer coche».

El delegado de seguridad es el máximo responsable en este área. Es quien decide si se cumple o no con la normativa. «Una vez pasa con la caravana por las zonas conflictivas, decide si cambiar o no a los espectadores de emplazamiento», explica Aviñó. Los problemas surgen en este momento, cuando es habitual ver a aficionados que no aplican el sentido común. «Cuando se va la caravana y la Guardia Civil, hay gente que vuelve a ponerse en el sitio del que se le ha apartado», añade. Aún queda un último filtro antes de que empiece la prueba. El «coche cero» recorre el trazado y si ve alguna anomalía informa a la organización, que puede anular el tramo donde exista peligro.

El fotógrafo fallecido en 2013, durante el Rally Princesa de Asturias en Oviedo, no hizo caso a las indicaciones de la caravana, ni tampoco a la Guardia Civil. Murió atropellado en la curva de donde había sido retirado minutos antes. No es el caso de los fallecidos en La Coruña, pero Aviñó recuerda que es un buen momento para advertir a la gente de lo importante que es colocarse en zonas permitidas. El riesgo disminuye considerablemente. «Posiblemente, el mayor problema es que la gente se relaja una vez han pasado los primeros coches, colabora poco», explica. «Desde aquí hacemos un llamamiento al civismo. Los espectadores tienen que tomar conciencia. Son los únicos responsables de la mayoría de accidentes, porque vuelven al sitio prohibido cuando va a empezar la prueba. En otros países la gente está más concienciada, los propios aficionados recriminan a los otros cuando se colocan mal. No podemos ir a punta de pistola diciéndole a la gente dónde se tiene que poner y dónde no », apostilla.

El rally de mayor trascendencia social y deportiva que se celebra en la Comunitat Valenciana es el de la Vila Joiosa, pero nunca ha habido que lamentar ningún percance.