A gost es famoso por su industria alfarera. En la final de la Lliga de Llargues se repartió a los vencedores un botijo de aquellos en los que se guardaba el agua fresquita i del que bebían los pelotaris cuando «creuaven de part a part del carrer». En Agost el Joc de Pilota está vivo, más vivo que nunca. Ahí está su título en la Lliga de Palma y su liderazgo en la Lliga de Perxa. Hay un montón de pelotaris, muchos de ellos jóvenes y en los bares y tertulias este deporte está presente. Y ahora, además, van a participar en lejanas tierras del norte de Holanda en la Champions de Llargues junto a los mejores clubes del continente. Para viajar han recibido ayudas municipales, de algún empresario concienciado y de las aportaciones particulares. Las cosas funcionan así. A fin de cuentas un club de Agost, un pueblo pequeño, cercano a Alacant tampoco ofrece muchos problemas. Viajar a Holanda es una heroicidad para un club campeón valenciano. El dinero público de la pilota, el primero, ya se sabe para quien es. No es desde luego para los clubes que, como el de Agost, mantienen entre una indignante indiferencia el sagrado fuego de la pilota.
