El portugués Joao Soua, afincado en Barcelona desde muy joven, sabía que algún día haría algo grande en Valencia. Se lo dijo a su entrenador hace 4 años, en su primera participación en el Ágora. Y lo volvió a repetir hace unos días, de regreso a la competición. La respuesta de su técnico sonó a presión: «Pues ya puede ser este, porque es el último». Dicho y hecho. Sousa, tenista de 26 años representado por el superagente de futbolistas Jorge Mendes, estrechamente ligado al Valencia CF, cumplió ayer con su viejo anhelo. Levantó el trofeo de vidrio reciclado al imponerse en la final al valenciano Roberto Bautista, que jugaba en casa. Lo hizo en tres sets por 3-6, 6-3 y 6-4, en un partido de poco más de 2 horas. Un encuentro que dominaba el tenista de Castellón, que el sábado se metió en la final tras una épica remontada ante el norteamericano Johnson, al superar 6 bolas de partido en contra. Extenuado, aquejado por mil dolores, Bautista sucumbió a mitad del segundo set. Ya no tenía más fuerzas. Es lógico. Llevaba mucha tralla encima. La semana anterior se había exprimido en Moscú, donde llegó a la final. Sin tregua, repitió trayectoria en la pista central de la Ciudad de las Ciencias. Y su final fue una metáfora del Abierto de Valencia. Se quedó sin energía y, sin quererlo, llevó al partido a un desenlace amargo. Como el del Open.

Lanzado por la épica victoria ante Johnson, Bautista se sintió aún mejor con el apoyo de la grada. totalmente volcada con él. El castellonense había entrado en el partido muy resolutivo. Desplegaba un juego sin fisuras al servicio y muy resolutivo desde el fondo de la pista frente a un Sousa que no terminaba de encontrar las mejores sensaciones en la cancha y que se descentró con diversas protestas al juez de silla. La tensión se mascaba en el ambiente. Un espectador, de dudosa educación, no paró de animar a Bautista en los momentos de obligado silencio en la carpa. El tenista portugués le pidió silencio y después reclamó ayuda al juez de silla, el mismo que vetó Rafa Nadal en su día. El personal de seguridad terminó desalojando al descortés miembro del público con la complicidad general.

La superioridad de Bautista cristalizó en el octavo juego en el que logró la rotura y sentenció a continuación con su servicio el set.

La segunda manga arrancó con una nueva rotura favorable al castellonense que se disparó con un parcial de 3-1 que parecía encaminar el partido a un resolución por la vía rápida. Sin embargo, el portugués renació de sus cenizas, encontró la concentración que le había faltado hasta entonces y comenzó a mandar en la pista.

Sousa demostró su habilidad al resto y presionó mucho el segundo servicio del tenista local, que concedió dos «breaks» consecutivos. Antes del inicio de la manga definitiva, Bautista solicitó la presencia de los fisioterapeutas para que le atendieran con masajes en su pierna derecha, lo que demoró la reanudación del partido.

El de Guimaraes confirmó el cambio de tendencia con una rotura inicial de servicio que le permitió cobrar ventaja ante un Bautista al que ya no se le veía tan fresco físicamente en la pista. El español aumentó sensiblemente sus errores no forzados, mientras que su rival cada vez jugaba con más seguridad. Un nuevo «break» de Sousa en el séptimo juego le puso con 5-2 y servicio para cerrar el partido, pero Baustista se agarró a la pista, le devolvió la rotura y estrechó el marcador hasta el 5-4 para ponerle presión al portugués, quien no se amilanó y se apuntó en blanco su servicio para llevarse el partido.