La pelota vasca fue deporte de demostración en las Olimpiadas de París, en 1924, México, en 1968 y Barcelona, en 1992. Durante decenas de años sus majestuosos frontones ocuparon lugares privilegiados de ocio en las ciudades más importantes de España y la cesta punta se extendió por todos los continentes. Hubo frontones en Milán, Génova, Paris, El Cairo, Macao, Sanghai, Lima, La Habana, México DF, Miami? Grandes artistas del celuloide se dejaron ver en los lujosos frontones de Miami donde corría el dinero a manos llenas. Destacados pelotaris valencianos como Lloco II, Guara y Guareta se midieron a los mejores en las canchas de México, La Habana y Florida. Todo aquello se vino abajo hace muchos años. También desaparecieron los frontones industriales en las distintas capitales españolas donde el recuerdo de la pelota vasca es ya muy lejano.

De todas las modalidades vascas sólo parece tener interés informativo, diríase que monopolio, el juego a mano en su vertiente profesional. Rara vez salen noticias de otras especialidades lo que ha hecho alzar las alarmas de aquellos que consideran que todas ellas forman parte del patrimonio cultural heredado. La apuesta unidireccional hacia el mundo profesional de la mano ha tenido nefastas consecuencias: descenso imparable de la participación de clubes y muy escasa política de promoción de escuelas y torneos de categorías inferiores. Patxi Jaúregui, presidente de la Federación Vasca reconoce que la Federación de Pilota Valenciana «puede hoy enseñar nuevos caminos. Lo que se hace en materia de clubes, de pelota en la escuela, la apuesta por la pelota femenina son los cimientos que nosotros ahora debemos trabajar. Se necesita la ayuda institucional y de ahí que se haya planteado por el gobierno vasco un Plan Estratégico, que evidentemente va a dirigir su mirada hacia las bases de la pelota, los clubes y las escuelas».

La primera semana de enero se producirá el primer encuentro oficial entre las selecciones de Euskadi y de Valencia. Muy por encima del valor de los resultados que puedan producirse está el hecho cierto de que estos encuentros trasciendan a un conocimiento de la vitalidad creadora de la pelota valenciana que hace años apostó por «Unir en la Diversidad», una filosofía que, con todas sus dificultades, parece conducir al éxito.