El largo paréntesis ha acabado por fin. La Volta a la Comunitat Valenciana, ese proyecto ilusionante que arrancó allá por el año 1929 con triunfo de del valenciano Salvador Cardona, ha vuelto a incribir el nombre de un ganador en su palmarés y lo ha hecho ocho años después de que en 2008 el alicantino Rubén Plaza lo consiguiera. Han sido unos años muy largos para una competición que nunca había sufrido un parón así, ni siquiera durante la guerra civil, cuando se paró de 1934 a 1939, pero que ahora regresa de la mano firme e ilusionada de los hermanos Casero. Ellos han conseguido lo que parecía imposible, aunar a todos el mundo en torno a este proyecto que renace y que supone todo un símbolo para un deporte que se había acostumbrado demasiado a dar pasos atrás, a dejarse ganar terreno acorralado por la crisis, por los escándalos de dopaje, por la influencia y el arrastre de otros deportes como el fútbol.

Pero ayer Valencia se vistió de ciclismo, poco importó que a unos metros estuviera jugando el Levante UD y el FC Barcelona, que hiciera un sol radiante de esos que animan a irse a la playa, o a la montaña, la gente respondió y demostró que tenía ganas de ciclismo y eso, ese apoyo, ese respaldo, es la mejor noticia para cualquier crónica.

Un día para disfrutar

La organización había previsto un circuito urbano por algunas de las calles más representativas que se quedó corto para algunos, pero que permitió ver pasar a los corredores por lugares emblemáticos como la Plaza de la Reina, la Calle de la Pau, la Porta del Mar, la estación del tren y, como no, la Plaza del Ayuntamiento, donde estaba preparada la traca final de este evento que regresa con fuerza y que hizo disfrutar a participantes y público por igual. Así, el segundo de la general, Luis León Sánchez, mostraba su satisfacción: «Esto es muy positivo para el ciclismo, una vuelta como la que se ha visto aquí, con el cartel que ha habido, con equipos grandes de World tour, se ha dado muy bien también por el tiempo, por la gente y ojalá que el próximo año se siga viviendo igual de bien como ahora».

El ciclista del Astana ha sido el mejor español en una edición en la que, curiosamente, ningún compatriota suyo ha ganado un triunfo de etapa. Ayer, por ejemplo, el mejor fue el belga del Quick Step

Stijn Vandenbergh quien se escapó junto a otro ciclista en la segunda vuelta del circuito y que se fue en solitario a falta de dos vueltas para el final. Su triunfo fue de lo más agónico porque cuando iba solo se le enganchó un plástico en la rueda trasera. Se temía lo peor, pero logró aguantar: «Estoy muy contento con esta victoria, he visto que se había enganchado la bolsa, pero no afectaba a la mecánica de la bici, así que me he concentrado en vencer. En la última vuelta tuve que ir a tope ya que mi compañero de escapada iba muy fuerte además del pelotón que también venía con intensidad», comentaba el belga que se impuso tras una etapa de 120,7 kilómetros en 2 horas y 12 minutos.

Desde la salida neutralizada se había animado la etapa con varios intentos de escapada. Finalmente, fructificó uno con siete corredores que logró coronar el puerto de Oronet, justo cuando Jesús Herrada, octavo de la general, atacaba para intentar poner en apuros al líder. Pero ayer no era un día para sobresaltos y el Sky de Wauter Poels logró, ayudado por el Kathusa, controlar la carrera para certificar el triunfo del ciclista belga en esta 67 edición de la Volta.