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Paco Cabanes Pastor «Genovés» y José Cabanes Corcera «Genovés II»

Genovés padre e hijo: "A jugar a pilota nos pueden ganar, pero a quererla no"

En un rincón del bar del trinquet de Pelayo, Paco «Genovés» y José «Genovés II» comparten sin complejos sus inquietudes sobre la pilota y la vida

Genovés padre e hijo: "A jugar a pilota nos pueden ganar, pero a quererla no"

Mediodía de un jueves cualquiera en Pelayo. José Cabanes «Genovés II» (34 años) da por acabado el entrenamiento en el trinquet y sale al bar para pedir una botella de agua. Está sediento. Allí está su padre, Paco Cabanes «Genovés» (61 años), rodeado de amigos y algún curioso, inmerso en un intenso debate sobre la pilota, el periodismo, la política... sobre la vida. José se ducha rápido y acude a la mesa en la que los dos, padre e hijo, pelotari y expelotari, comparten algo más que un café con Levante-EMV.

A Paco, el gesto se le tuerce pronto, cuando se nombra la fractura de tibia que sufrió su hijo el pasado septiembre. «Estoy triste. José necesita la pilota y, aunque en esta profesión siempre hay tropiezos, parece que él tenga un maleficio con tantas lesiones graves. Ser padre de José es todo un placer y le tengo admiración. Hubo años difíciles y él superó que él es él y yo soy yo. A veces, la gente de la pilota está muy encima y hay comparaciones. Eso él lo encajó pronto», asegura la gran leyenda viva del deporte autóctono.

A su lado, José asiente. «Hay gente a la que le gusta hacer daño. A mí, cuando me preguntan: ´¿Y tú eres Genovés?´ Siempre les digo: ´Sí, pero el malo´. No me duele. Si no hubiese sido el hijo de Genovés algunas cosas habrían sido más fáciles o habría tenido más respeto, pero al ser hijo de Paco nunca seré lo suficientemente bueno. Yo juego a pilota porque disfruto haciéndolo y me retiraré cuando no lo haga, no por los comentarios», apunta José, cuya agenda es ahora un rompecabezas. Por las mañanas asiste a la Facultad de Medicina, por la tarde entrena y en unos días abrirá una clínica de fisioterapia. «Mi prioridad sigue siendo la pilota, es mi norte y es lo que quiero hacer hasta que no pueda más», señala.

A su padre esa pasión le conmueve. «Yo jugaba más partidas y tocaba el gimnasio diez minutos. Él, diez horas. José me triplica en eso. He tenido un cuerpo agradecido y abusaba de partidas. No se puede comparar mi día a día con el suyo, y por eso le admiro más», insiste sobre su sucesor, quien advierte de los cambios en la Escala i Corda profesional. «Llegué a conocer lo que era jugar 34 partidas en un mes de agosto. Mi padre jugó 366 partidas en un año. Eso ha cambiado. La preparación física de los pelotaris ahora es fundamental. Tengo mi preparador, mi nutricionista, mi fisio...», explica José.

Con todo ello, ¿sería Genovés tan superior en el trinquet de hoy en día? «Eso no se puede saber. Jugaría dignamente contra los pelotaris de hoy, pero no me he visto nunca por encima de nadie. Me hubiese gustado jugar contra mi hijo y todos los mejores», reconoce el mito de la Costera. «A mí contra mi padre, pero también contra Rovellet. No lo vi jugar, pero le quiero como si fuese de la familia. Es una persona que ama a la pilota, que la vive 24 hora al día», explica José. «Era un purista, un artista», remata Paco „casualmente, Rovellet interrumpe entonces la entrevista para saludar a la pareja y regalar diez minutos de pilota en estado puro, sin vaqueta de por medio„.

Para Paco, que comparte con Rovell un puesto en la galería de honor de Pelayo, faltan más pelotaris allí arriba. «Hubo muy buenos, pero al segundo nunca se le admira. Ha habido un grupo de pelotaris excelente a los que me enfrenté», indica con cierta nostalgia en la mirada.

«Mi padre es un enamorado de la pilota y le encantaría estar trabajando en este mundo cada día. Él se retiró de pelotari profesional, pero en la pilota es donde es feliz. Esa pasión es lo que se me he pegado de él. A jugar a pilota nos pueden ganar, pero a quererla no», señala José.

Genovés, que tal como reveló este periódico ha dejado de percibir un sueldo anual que tenía origen en una subvención de la Diputación de Valencia, afirma que su intención es ayudar, colaborar en lo que pueda con el mundo de la pilota. «Pagaría por eso, por estar ahí. Yo tengo que estar agradecido, pero no puedo vivir de rentas y me han quitado mi trabajo», destaca Genovés, quien prefiere morderse la lengua sobre los políticos.

José, en cambio, es algo más directo. «Lo que da rabia es que a los pelotaris se les use tanto políticamente. Mi padre estaba en la primera escuela de tecnificación y poco a poco se le apartó. A la pilota se la maltrata y se maltrata a sus figuras. Su ejemplo muestra lo que pasa en la pilota. En cualquier lugar mi padre u otro jugador se sentiría considerado, pero aquí no es así. Yo me he castigado tanto estudiando una carrera universitaria porque he visto cómo se ha maltratado a mi padre cuando se ha retirado. Y si a nuestros ídolos se les trata así...».

La gestión de la pilota

Una línea crítica que mantiene sobre la gestión de este deporte. «No queremos que los políticos subvencionen la pilota. Es un tema de identidad y los políticos no se lo acaban de creer. Los de ahora parece, pero el parece ya no nos vale. Los políticos han de invertir, pero creérselo. Preferiría que dijeran que reniegan de la pilota a que nos den largas. Llevo 18 años jugando y nos han hecho ir a muchos despachos, estoy cansado. Pierdo la ilusión porque nos veo maltratados. Sólo se hacen las cosas para callarnos la boca. ¿Para qué me sirve a mí la Ciutat de la Pilota? ¿Para callarme la boca? Tenemos aquí una joya, Pelayo, y si no viene un señor „José Luis López„ y lo compra, se cierra. Con voluntad política se arregla todo, pero hay que sentarse con todas las partes», proclama José.

Su padre, con menos fervor y algo más de optimismo, reconoce que existen algunos problemas en el pulso vital de la pilota. «La economía es un factor importante, porque las estructuras de los clubes y de las empresas de jugadores es la adecuada. Es verdad que eso no produce, pero la pilota no está mal y en días concretos la gente viene. Los estamentos políticos podrían, por ejemplo, resolver el tema de la televisión. Es lo que más falta nos hace. Eso sí es vergonzoso. Sólo pido el diez por cien de lo que valoran los vascos su deporte», resalta Paco, a quien la gente que pasa por el bar de Pelayo no deja de estrecharle la mano.

Se acerca la hora de comer y antes de apagar la grabadora, a los dos Genovés se les plantea una duda. ¿Qué hubiera sido de su vida sin la pilota? «No lo quiero ni pensar. Ser pelotari es mi vida y le he dado todo lo mejor de mí y de mi familia. Qué tristeza pensar no ser pelotari. Nada lo podría igualar. Vale la pena vivirla, es corta, pero pocas faenas son tan agradecidas», sonríe el seis veces campeón del Individual.

«Yo me decidí por la pilota cuando me llamaron del Valencia CF para probar. Jugaba en Xàtiva y me llamó José Manuel Rielo para probar, era mediapunta. Pero a mí me encantaba la pilota. De hecho, limpiaba el trinquet para que me dejaran jugar allí, y eso que tenía alergia al polvo. Es el recuerdo de mi infancia: el olor a polvo del trinquet de Genovés. Cuando me retire, como hobby, me gustaría llevar un trinquet. En definitiva, el otro día lo decía Waldo „jugador de Raspall„, esto lo tenemos que arreglar la gente que queremos a la pilota, tenemos que hacerlo nosotros», un golpe directo de Genovés II para rematar otra partida memorable en Pelayo.

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