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Superación

Pablo Cantero: "Como un murciélago puedo volar sin ver"

Un tumor cerebral le dejo sin visión a los 11 años, pero desde entonces Pablo Cantero (Torrent, 1-4-1994) se ha aferrado al atletismo para afrontar su nueva vida Ahora, once años después, se prepara para competir en sus primeros Juegos paralímpicos y ultima también la carrera de Psicología

Pablo Cantero: "Como un murciélago puedo volar sin ver"

La vida de Pablo Cantero dio un vuelco en octubre de 2005 cuando, a sus 11 años, salió de una operación de tumor cerebral vivo, pero con ceguera total. A partir de entonces, este entusiasta y luchador joven de Torrent cambió las botas de fútbol, donde había llegado a ser pichichi con el equipo de su ciudad, por las de atletismo, concretamente las pruebas de 100 metros y de longitud. Un deporte que le ha ayudado a no venirse abajo y a ver la vida con el optimismo que le caracteriza: «Para mi es una forma de vida. El atletismo, antes de mi ceguera, lo veía solo como una forma de correr sin balón, pero desde que lo probé y sentí las medallas en mi pecho comprobé que esto era para mi. Significa superación trabajo en equipo y muchos valores».

Cantero, que este fin de semana ha estado concentrado con la selección nacional absoluta de ciegos paralímpicos en Gandia, entrena desde principios de año junto a un nuevo guía, el gandiense Iván Martínez, con el objetivo claro de lograr la mínima para los Paralímpicos de Río de septiembre: «Nos adaptamos bien desde el primer día. Hemos congeniado perfectamente en el brazo, la zancada y logramos también salidas muy rápidas. Estamos fuertes y espero lograr la mínima en mayo o junio». Es más, augura que está convencido de que batirá su marca personal «en la primera competición a la que vayamos».

Otro de sus retos, donde también tiene puestas muchas esperanzas, es en la longitud. Para una persona ciega como él atreverse con esta prueba es todo un ejercicio de valentía y de confianza hacia el compañero: «El guía se sitúa en la zona de lanzamiento y va contando con la voz. Yo tengo que correr hacia él y cuando estoy a punto de llegar se aparta y dice, «ya», entonces yo salto con todas mis fuerzas, pero sin saber dónde voy a caer». Él añade que lo más difícil es no desorientarse: «Voy con el oido hacia la voz de quien me llama dentro del foso. Si hay un día ventoso, lluvioso o el que me llama está afónico, me puedo desorientar y no correr en línea recta». Para Cantero esta prueba es muy espectacular para la afición: «Ven a una persona ciega que corre a tope y se atreve a saltar hacia el vacío. Es algo bastante espectacular». Y ahí, una vez en el aire, la dificultad no acaba: «cuesta coger las sensaciones y los movimientos en el salto porque no ves la arena, no sabes cómo vas a caer y cómo hacer bien los movimientos, aunque como lo pude ver hasta los 11 años tengo algo de ventaja», indica.

Ahora, está cambiando la pierna de batida de la derecha a la izquierda y asegura que «cuando logre enlazar los 30 metros de carrera con la izquierda mejoraré la marca seguro».

Él reconoce la importancia del guía en ambas competiciones: «En los 100 metros necesito su estímulo físico, de contacto, para lograr correr recto, en la longitud el estímulo es auditivo y me ayuda a llegar al foso. Ambos son imprescindibles».

Cantero, que se atreve a saltar sin saber dónde caerá, ve en el murciélago una especie de símbolo: «El murciélago no ve, pero desde que nace saca las alas y vuela, alguna vez chocará pero aprende a volar. Yo, como él, estoy aprendiendo a volar sin ver tanto en el atletismo como en la vida». Sí, porque además de superarse a sí mismo siempre intenta animar a otros: «Cuando me encuentro con algún chaval ciego que se encierra le digo que esté activo, que haga deporte. No estamos aquí para sobrevivir, sino para vivir», concluye.

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