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Deporte de aventura

El atleta de los desafíos

El deportista valenciano Apolo Esperanza ha conseguido culminar cinco retos diferentes en África, América, Europa, Asía y Oceanía en tierra, agua, asfalto , hielo y aire

El atleta de los desafíos

«No es porque las cosas sean difíciles que no las hacemos, es por no hacerlas que las convertimos en difíciles», afirma un proverbio maorí., que Apolo Esperanza (Valencia, 1969) siempre lo ha tenido como un credo. Este deportista multidisciplinar, es el protagonista de un ejemplo de motivación y sacrificio que demuestra que si se quiere, se puede. Realizó una particular vuelta al mundo a través de cinco retos en cinco continentes nadando, corriendo, esquiando, pedaleando e incluso volando. Es el hombre reto.

Cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar en cinco horas

El primer desafío tuvo África como escenario: cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar. «Tiene muchas dificultades», afirma Apolo Esperanza. «Es como el asalto a una gran montaña porque dependes de las condiciones climatológicas. Aquí necesitábamos una climatología perfecta porque es una zona de grandes viento, de mucha lluvia e importantes corrientes que hay que gestionar muy bien. Hay mareas, se debe salir con la pleamar justa...». El mayor problema es «escoger el momento exacto y eso se ha de estudiar muy bien. La corriente, que es un impedimento, bien gestionada se convirtió en aliada. También existe una fauna marina, llegué a ver tiburones blancos». El deportista minimiza los peligros. «Nuestra cultura nos repite que el tiburón es peligroso, pero los animales huyen del hombre. Además, la gasolina del buque que nos acompañaba provocaba que no se acercaran. Siempre hay un riesgo, claro, aunque no tanto como se puede imaginar y, por supuesto, que cuando te metes en el agua se te va. También hay un importante tráfico de buques gran tonelaje». Relata que hubo varios momentos difíciles. «Sobre todos los no estrictamente físicos, como el desajuste en un momento dado de las gafas que hizo que entrara agua y me costó mucho coger el ritmo. También pasé mucho frío por la temperatura del agua, ya que después de cinco horas nadando has perdido todas las calorías y tu mente comienza a pensar en el abandono. Pero te armas de la fuerza psicológica necesaria para lograr el reto», sentencia.

Logró bajar su marca en el famoso Maratón de Nueva York

El siguiente reto transcurrió sobre el asfalto: el Maratón de Nueva York. «Quería bajar mi marca de Valencia, bajar de las tres horas y eso me enfrentaba a mi mismo. Venía de un maratón llano, con prácticos y en Nueva York esa figura del asistente no existe. La medida era en millas, no en kilómetros, hacía mucho frío, viento en contra, un circuito sinuoso», argumenta Esperanza. «Yo tenía que lideraron a mi mismo y eso lo entrené meses antes ir a un ritmo de 4,10 minutos al kilometro sin ninguna referencia que te marque. Es distinto a los otros desafíos, aunque fue de los más duros. Lo conseguí por los pelos, hice un tiempo de 2 horas y 56 minutos, una mar a buena para un corredor que no es especialista», explica.

«Border to border», la travesía más larga de esquí nórdico

El tercer desafío se mudó al hielo. El «border to border» es la travesía más larga del planeta de esquí nórdico. El deportista valenciano destaca que la aventura, de carácter competitivo, va «desde la frontera rusa a la sueca. Es un desafío extenuante pero muy reconfortante porque estás en plena naturaleza viendo un paisajes extraordinarios con ciervos, atardeceres impresionantes.. Son siete etapas muy bonitas. Aquí tuve que trabajar carrera a pie para prepararme y tuve que trasladarme a Teruel para entrenarme en la nieve y también correr. También me sirvió para aclimatarme al frío. Necesitaba tener una buena condición aeróbica. Iba acompañado de Ana Vidaurre». Como anécdota, Apolo narra que hubo quién «nos infravaloró porque llegamos desde lo que allí consideraban un clima tropìcal porque fuimos con una bolsa de naranjas. Pero aquí venció la actitud sobre la aptitud porque aunque suecos y finlandeses son especialistas en este tipo de deportes de invierno no por eso vas a llegar antes. Nosotros demostramos una actitud muy positiva y en la etapa reina más de uno de los favoritos se retiró y reconoció que nos habían infravalorado». El atleta cuenta que el peligro «son lobos, linces y otros animales que se te pueden cruzar. También te puedes perder, aunque está marcado el camino. Existe el riesgo de la hipotermia porque las temperaturas son muy frías. Aunque ese año las temperaturas no eran extremas lo habitual eran de -15, que con las ventiscas la sensación era de -20. Pese a que es una carrera lisa las caídas es otro de los riesgos».

Ruta por el Tibet con 5 puertos de más de 5.000 metros de altura

El cuarto reto llevó a nuestro aventurero a recorrer los 1.300 km que unen la ciudad sagrada de Lhasa en el Tibet y Katmandú, en Nepal. «Es una barbaridad, con déficit de oxígeno por la altura«, advierte. «Fue una experiencia muy gratificante que te traslada a otro mundo. Ves un pueblo muy castigado por la agresión de China, una gente muy pobre y humilde pero muy generosa. Me cedían sus tiendas de campaña para dormir, me ofrecían sus mejores viandas a cambio de nada porque no admitían mi dinero porque era un extranjero y para ellos un peregrino siempre es bienvenido. Para esta gente es muy importante el valor de la amistad y es relativamente feliz». Esperanza explica que «pasé cinco collados de más de 5.000 metros de altura y al final acabé bajando el descenso más largo del planeta, que va desde más de 5.000 metros hasta casi el nivel del mal. Es como un viaje desde el Polo Norte hasta Ecuador viendo todo tipo de vegetación, desde el casquete polar hasta bosques de coníferas, subtropicales y todo en un día. La ruta acaba en Katmandú». Recuerda que «lo más difícil es entrar en la ciudad porque hay un tráfico caótico con autobuses, camiones y vacas muertas, gallinas, perros atropellados... Fueron 40 kilómetros muy peligrosos porque iba solo.Había puertos que tenía que ir con el plato pequeño y el piñón grande. Tenía que ir muy despacio porque te va faltando el oxígeno por la altura».

Subida por un glaciar y descenso en parapente

El quinto y último desafío fue una ascensión al Monte Aspiring en Nueva Zelanda para después lanzarse volando en parapente. «Aquí se trataba ir subiendo por un glaciar y tras llegar al pico lanzarte en parapente. No tenía mucha práctica, lo hice con un profesional que ayudó mucho. Es uno de los saltos más altos del país y entraña su riesgo, La subida fue complicada», evoca el deportista. La sensación de volar fue algo muy diferente a los otros retos pero «fue muy bonito ver Nueva Zelanda desde el aire. La preparación de este reto es diferente a los demás. Aquí aproveché para correr un maratón y hasta hice podio. Me entrené subiendo montañas, primero aclimatándome a la altitud y después escalando».

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