¿En qué se parecen pilotar un reactor de las Fuerzas Armadas y entrenar un equipo de fútbol?

Se parecen en que tienes que usar la cabeza, estudiar y prepararte para ser mejor. Además, tienes que ser hábil de mente y estar bien físicamente. Desde pequeña quería ser piloto militar y jugar al fútbol y siempre han estado muy unidas esas dos partes de mi vida. Desde que nací he jugado al fútbol, luego me hice piloto y he seguido jugando.

Fue la primera mujer en ser entrenadora de fútbol en Estados Unidos...

Nunca he querido ser la primera en algo, sólo ser dueña de mis propias decisiones. Eso me ha llevado a alcanzar objetivo tras objetivo. Las norteamericanas son deportistas excelentes, con un físico espectacular. Este año hemos ganado la liga de Hawai y esperamos más éxitos el año que viene.

¿Es diferente el fútbol femenino de allí al español?

Para los hombres allí lo importante es el fútbol norteamericano y para las mujeres el soccer (el fútbol europeo). Las jugadoras tienen marcas que las patrocinan, las niñas quieren ser futbolistas como ellas, hay clubes de fans... Están en otra dimensión.

¿En España se podrá alcanzar ese nivel?

Es la pescadilla que se muerde la cola. Los medios de comunicación no hablan del fútbol femenino porque piensan que no interesa, pero, por otra parte, no interesa porque no aparece. Si uniésemos esfuerzos de los clubes, los medios y los aficionados, puede que un día el fútbol femenino alcance el nivel de Estados Unidos.

¿El fútbol español es machista?

España es un país machista, tenemos muchos vicios. Muchos hombres no dan la oportunidad de ver fútbol femenino. El fútbol femenino no es mejor ni peor, es diferente, porque físicamente somos diferentes. Podemos aportar otras cosas. Pero no nos dan la opción de mostrarnos, nadie tiene interés por nosotras.

Ahora juega al fútbol con niños en Uganda, ¿cómo es esa experiencia?

Jugamos en el monte, en una montaña. Cuando llegué, jugaban con balones hechos con bolsas de plástico, con ropa. Yo adquirí unos balones y empecé a montar unos equipos, con mucho esfuerzo, porque las mujeres no pueden hacer deporte. Hablando con los padres les convencí para contar con sus niñas.

¿Los niños africanos se toman el fútbol como los del primer mundo?

La mayoría de la gente está enferma de sida o de enfermedades que no deberían existir. Algunos niños conocen a Messi o Cristiano, pero su ambición personal no es ser futbolistas profesionales. Las condiciones de la vida en Uganda no son para eso.

¿Por qué se marchó allí?

Conocí un proyeto solidario que se daba en Latinoamérica y Uganda, donde no había voluntarios. Decidí marcharme allí para aportar mi grano de arena, pero son ellos los que me hacen inmensamente feliz.

¿Qué le queda por hacer?

Hay muchos retos: Que no hubiera injusticias, que los niños no pasaran hambre, que nos respetáramos los unos a los otros... Queda mucho por hacer.

¿Ese se puede conseguir con el fútbol?

El fútbol es un deporte universal que puede transmitir valores como el respeto, tolerancia, pertenecer a un grupo. Mis niños no querían jugar con las niñas. Les dije que o jugaban con ellas o no jugaban. Ahora jugamos todos juntos. Al principio no les pasaban la pelota, ahora se la pasan todos.