Esta mañana, en la Casa del Deporte de Gipúzkoa, se presenta la I Liga Vasca de Bote Luzea, que es su juego a Llargues y mano. Es la primera vez que se organiza de manera oficial por parte de la Federación de Euskadi de Pelota Vasca, recientemente integrada en la CIJB. Jugarán 6 equipos procedentes de las provincias vascas de Gipuzkoa, Lapurdi, provincia costera del PaÍs Vasco-francés, y la Baja Navarra. Todo comenzó hace muchos años cuando Tiburcio Arraztoa y José Mari Prim se lanzaron a recuperar el Laxoa en las tierras de Baztán. Hoy, aquel impulso de los 90 tiene su continuidad en la tarea de las gentes de Oiartzun que, con apasionada ilusión y los necesarios apoyos institucionales, consiguen recuperar, seguramente de manera definitiva, la más genuina expresión de la pelota vasca, aquella que permitió legendarios desafíos entre los valles eúskaros, contados por poetas vascos, o contra los mejores valencianos de los siglos XVIII y principios del XIX, ante la comandancia militar de Cartagena o el mismísimo rey Fernando VII. Hablamos de la más antigua modalidad de pelota. El sábado más de 40 pueblos valencianos iniciarán la trigésimo edición del Interpobles-Edicom. Hace cuatro décadas, seis poblaciones comenzaron esa singladura recuperadora de la pelota en las entrañas de las calles de nuestros pueblos, con el Trofeo de El Corte Inglés. Un lustro después comenzó la I Lliga a Llargues en Alacant. En aquel 1976 casi nadie creía en el milagro. Seguramente ocurre ahora algo parecido en las entrañables y admiradas tierras vascas. Pero hoy, en la Casa del Deporte del país que habla euskera, del pueblo que fue, es y seguirá siendo vasco, el viejo juego a Llargues valenciano encuentra la solidaridad y el abrazo del Bote Luzea. Y aquellos que creemos que la pilota trasciende el ejercicio físico para adentrarse en la espiritualidad y de la poesía de los pueblos, sentimos una profunda alegría por el milagro de su resurrección en tierras tan queridas.
