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El grupo que sembró el ascenso a la ACB

La semilla del milagro del CB Llíria

Isma Cantó recibió el sábado la Medalla de la Ciudad de Llíria. Jugador de la cantera y después entrenador, es un testigo de oro de la historia gloriosa del club edetano

La semilla del milagro del CB Llíria

La vida del baloncesto valenciano y la figura de Isma Cantó (Llíria, 1952) son dos elementos fundidos. Inseparables. Forman parte del mismo concepto. La milagrosa crónica histórica del Club Básket Llíria, el primer club valenciano en jugar en la ACB (1991 a 994), está alumbrada por figuras como la suya. Jugador, primero,y después entrenador, Isma Cantó es uno de los grandes artífices de la insólita progresión de un club modesto, un milagro en una población de entonces 12.000 habitantes. El ayuntamiento de Llíria reconoció el sábado su extraordinaria aportación a los años dorados del equipo edetano, con la entrega de la Medalla de la Ciudad.

Isma Cantó es uno de los testigos directos de la escalada de éxitos que protagonizó el CB Llíria en la segunda mitad del siglo XX, cuando los equipos madrileños y catalanes dominaban el panorama nacional. «Yo he visto jugar a la sexta flota americana en Llíria en los años 50. Y con pelotas de cuero», recuerda Cantó, quien sabe explicar con certeza por qué Llíria conquistó la cumbre desde la canasta. «Siempre hubo una gran tradición al baloncesto en el pueblo, con jugadores del pueblo y con el apoyo de la gente del pueblo. En Llíria no jugábamos al ‘21’, como en todas partes, sino al ‘32’, tres contra tres», explica. «Eso creó un determinado tipo de jugadores, un perfil de jugador rápido, técnico y de un juego fluido», explica. «Y, por, supuesto, por el progresivo crecimiento que experimentó. En los 60 jugábamos en la pista descubierta, luego se cubrió, se llenaba de gente y después se construyó el pabellón nuevo (Pla de l’Arc)».

El CB Llíria alcanzó el techo, la ACB, en 1991. Cantó había dejado el banquillo en el 88, cuando la semilla del éxito ya estaba bien plantada y regada. «Durante 25 años se mantuvo a los mismos jugadores desde juveniles. No eran años fáciles, no había patrocinadores, pero mantuvimos la luz del baloncesto encendida con gente amateur del pueblo en todas las áreas del club. Ese fue el gran mérito: crear un espíritu», recuerda.

Baloncesto en estado puro

Internacional juvenil en los años 60, se hizo cargo del CB Llíria en el año 74 como técnico-jugador. Después llegó la generación de los Andés, Ferrandis, Miñana, Josep Pérez, Ángel Rodilla, Goyo Carrillo y Paco Enguídanos, entre otros. El equipo que dejó en bandeja el ascenso del club a la ACB años después. Compañeros que posaron en la foto del sábado. «El baloncesto era sentimiento, un deporte de equipo en estado puro en una sociedad en la que los vínculos de la gente en la calle daban sus frutos», recuerda Cantó.

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