¿Quién descubrió a Pepe Cerveró?
El entonces secretario técnico del Valencia, Sánchez Lage. Me vio en un partido en Torrent, en Tercera, y me dijo que me fichaban. Los comienzos no fueron fáciles. Entonces, en los pueblos de menos de 3.000 habitantes, como el mío (Real de Montroy) los menores de 18 años no podíamos jugar en el equipo amateur. Yo entrenaba con ellos, pero no había escuela ni juveniles. Con 17 años, el secretario hizo un arreglo para hacerme ficha. Después pasé al Torrent y luego al Mestalla.
Y, de repente, se encontró un día con Di Stéfano...
En el Mestalla me fue bien y un día Manolo Mestre, entonces entrenador, me dijo que en verano me incorporaba al primer equipo. Lo que pasa es que estaba de viaje con la familia por Francia y llegó un telegrama a casa diciendo que el 25 de julio me presentara a entrenar. Llegué 10 días tarde, claro, y me presenté en el campo a Di Stéfano y me dijo que no sabía nada de mí, que podía irme. Me fui a las oficinas, lo conté y me dijeron que no le hiciese caso, que estaba muy contento por incorporarme. Era muy recto, pero luego era un tipo cachondo.
Usted era un lateral pequeñito con mucho nervio, bregador, pero iba bien de cabeza
Claro, yo empecé de delantero centro. Hasta que un día, en el Torrent, faltaban laterales y me cambiaron la posición. A mi padre no y a mí no nos gustaba, pero lo hacía bien. Un día, volviendo de un partido en Baleares, un compañero veterano se sentó a mi lado y me dijo: 'Pepe, tú puedes vivir del fútbol si eres lateral. De delantero sólo serías uno más'. Un día me preguntó un amigo como le gané, en el Valencia, todos los balones aéreos a Roberto Martínez, un delantero altísimo del Madrid. De cabeza iba bien, le dije, porque saltaba en suspensión y eso me permitía estar más tiempo en el aire. Para eso hay que tener buen tren inferior.
Veo en sus estadísticas que sólo fue expulsado una vez
Sí, era muy pesado en el campo, pero no era un futbolista sucio. Me expulsaron ante el Barça porque Neskens (FC Barcelona) empujó a Pepe Claramunt y le defendí devolviendo el empujón.
Recordó el otro día, en un acto, que la afición de Mestalla aún era más exigente en los 70.
Bueno, la gente de Tribuna era mayor. Iba el señor y la mujer, con el abrigo, y no perdonaban una. Te mataban cuando le pasabas la pelota al portero (entonces la podía coger con la mano), pero había veces que no había otra opción. Luego, con el descenso, la grada se regeneró. Empezó a ir gente más joven y más mujeres.
¿Quién fue su peor pesadilla en el marcaje?
Ninguno, es verdad. A Juanito (Real Madrid), el más desequilibrante de la época, no le podías dar medio metro. Yo no le dejaba ni respirar. En un partido en Mestalla, cuando lo cambiaron e iba camino del banquillo, se dio la vuelta y vino a darme la mano. Mestalla le ovacionó. Dijo que yo fui el defensa que mejor le había marcado.
Fue uno de los mejores en la final de Copa del 79 y desapareció de las convocatorias al final de la siguiente.
Un periodista puso en un titular que yo había dicho que las alineaciones las hacía el presidente (Ramos Costa), cuando no fue así, y Di Stéfano dejó de convocarme 10 partidos. Vi la final de la Recopa del 80, en Heysel, con mi mujer en la grada. Pero Di Stéfano se fue y yo seguí después.
Marcó tres goles. Se acordará bien de ellos.
Yo subía menos que Carrete, era más de defender mi parcela, de cubrir a los centrales si hacía falta. Uno de los goles lo marqué en Elche, en un pared con Diarte. El mismo día que él marcó el gol más rápido de la Liga (6 segundos). En el saque inicial salió disparado y Kempes se la puso desde el medio campo. El portero salió mientras aún se estaba colocando los guantes.
