Mientras Estados Unidos y Rusia competían por la carrera espacial, los hippies pedían la paz mundial y un grupo de Liverpool revolucionaba el mundo de la música con sus pegadizas canciones, un chavalito aprendía anatomía de las motos en el taller de su tío Pascual, en Canals. «Ricardín», mayor de 4 hermanos, salía corriendo del colegio para pasar sus ratos entre bujías, carburadores y latas de aceite Castrol. «Su afición por las motos la llevaba en la sangre. En el colegio, despuntaba en la clase de plástica. Los dos dibujábamos motos y nos ponían buena nota», recuerda Salvador Carsí, la sombra de Ricardo Tormo durante la mayor parte de su vida. Fue su amigo de la infancia y después su compañero mecánico y consejero.

Ricardo Tormo Blaya, nieto de un mecánico de máquinas de minas de Cartagena que se instaló en Ayacor, pedanía de Canals, creció obsesionado por el run-run de las motos del taller de su tío y por la velocidad. «Siempre iba con su bicicleta, a toda pastilla, hasta que un día se salió de la carretera y se metió en unas ´carpincheras´ (matorral de zarzamoras). Entonces se empeñó en una moto. Ya con 11 años. Iba al taller, cogía una moto y daba una vuelta por la plaza. Ver un niño pequeño de esa edad manejando las marchas, en aquella época, era impensable», explica Carsí.

A los 16 años, Ricardín ya tenía su ciclomotor. El tío Pascual le regaló una «Ducsor Reprís» de 50 centímetros cúbicos. «Se la manejaba como quería, porque, aparte de gustarle conducirla, ya era un excelente mecánico. «Con eso no había nadie que le pasara en el puerto de la Canal de Navarrés. No tenía permiso de conducir, pero nadie podía con él. Subíamos a los pueblos de la Canal en fiestas y cuando terminaba el baile, montábamos carreritas.», recuerda su amigo Salvador. «Los jóvenes de la comarca decían: ´mira cómo anda el tal Ricardo de Canals con esa moto tan pequeña´. Les pasaba a las «montesas» de 125 cc y a alguna Bultaco de 250 cc. Una noche, se picó con unos y en una curva de bajada, llegando a L´Alcúdia, se nos rompió la varilla del freno y tuvimos que frenar con los pies. Estrenaba zapatos y apareció en casa con las suelas agujereadas», recuerda.

Sorpresa en Cullera

Era 1970 y el mayor de los Tormo Blaya quería competir de verdad. Enfundarse el casco y los guantes y darle gas en una carrera con su moto recién adquirida, una Derbi 74. Probarse. «Con menos de 21 años, uno necesitaba una autorización paterna. Le falsificó la firma su amigo y piloto (Mallol) de Canals. Se inventaron dos testigos y tramitaron la licencia. Se levantó a las 5 de la mañana para ir a la carrera de Cullera (la prueba urbana de referencia). Dijo que se iba a buscar setas. Quedó segundo en la categoría de 74. Como no podía llevar el trofeo a casa, se lo llevó Mallol. Pero su padre se enteró por la radio días después. Le rompió la licencia y le dijo que no correría más», explica el periodista Paco Desamparados, amigo personal del piloto de Canals y autor del libro 'Mis conversaciones con Ricardo y sus amigos' (a la venta estos días en la Tenda del Circuit).

«Después de dar mucho la vara y después de un año parado, al siguiente su padre le firmó la licencia. Quedó segundo en Cullera y a la siguiente carrera del Campeonato de España junior se fue con la novia de ´paquete´ en una Ossa 250 de carretera. Llegó allí, le quitó la matrícula y el faro, le puso la placa del número y salió en medio de un diluvio. Ganó sobrado por delante, entre otros, de Ángel Nieto, que ya había ganado varios títulos del mundo», recuerda Desamparados. Ese año ganó más de 30 carreras urbanas. Entonces, el único circuito en España era el del Jarama. En el 73, pasó a ser senior.

«Desde la primera carrera, se fumaba a todas las figuras de España. En Canals se montó el Motoclub para arroparle», rememora Carsí. La marca Derbi se fija en aquel chaval de Canals. Ricardo, de 22 años, le hace sombra a Nieto, de 27 años, y ya cuatro veces campeón del mundo. «Derbi fabricó una nueva moto, la Derbi Ran, que valía 35.000 pesetas de la época y organizaron unas pruebas en el Jarama para ver a quiénes se las adjudicaban. Ricardo no sólo era el más hábil, sino que rodó más rápido que Nieto y Benjamín Grau (campeón de España)», añade Carsí. Estamos en 1972 y la empresa valenciana Ferris decide apoyarle: le financia los viajes y le presta un camión para la logística. «Ya todos sabían que le podía tocar los morros a Nieto. De hecho, este nunca le ganó en igualdad de condiciones. Hubo una prueba secreta en Paul Ricard (Francia) para probarlo. Ricardo rodó más rápido que Nieto lo hacía en el Mundial. Pero el otro era el protegido y Ricardo se compró una Kreider (marca alemana). Siguió ganando casi todas las carreras del Campeonato de España, por delante de Nieto», añade Desamparados. A su lado, como siempre, su inseparable amigo Carsí. Enseguida se uniría a ellos el técnico Vicente Carmona, otra figura clave en la trayectoria del canalense.

En 1975, en Guadalajara, Tormo sufre su primera caída grave. Resultado: un año de cojera, pero la supera. El salto al Mundial se materializa en el 77 con Bultaco. Gana el GP de Suecia como segundo piloto de la marca. Por delante de Nieto, que ya sumaba 9 de sus 13 títulos. «Bultaco se jugaba el título de marcas. Le dijeron que saliese a ganar. Aquel día diluvió. En la primera vuelta le había metido 9 segundos a Nieto y 21 a Lazzarini, tercero. Les ganó humillándolos», recuerda Desamparados. En 1978, ya como lugarteniente de Bultaco, el piloto de Canals arrasa en el Mundial de 50 cc (Nieto dio el salto a 125 cc ese año).

El Mundial de los «3 locos»

La progresión de Tormo, primer piloto valenciano en ganar el Mundial, se corta en los dos años siguientes por la crisis de Bultaco y su falta de recursos con una Kreider privada al año siguiente. «Pero Ricardo no se rinde. En el 81, recupera la Bultaco 50, que llevaba 5 años sin evolucionar. Una empresa de muebles de camping (Tavervall) le financia. Los tres (Ricardo, Carsí y Carmona) se recorren Europa con la furgoneta y Ricardo vuelve a arrasar. La carrera clave fue la de Holanda, donde ganó al suizo Stefan Dolflinger (4 veces campeón del mundo), que llevaba una moto mucho más rápida», recuerda Desamparados.

Tormo cambia de marca al año siguiente. Con una moto de la firma italiana Sanvenero, protagoniza la llegada más igualada de la historia del Mundial, en Silverstone. «Entraron pegados Ángel Nieto y él, dándose golpes. No había ni photofinish ni nada y tardaron 3 cuartos de hora en dar ganador a Ángel. Pero este nunca ha dicho que ganó aquella carrera», explica el periodista alicantino. Dos años después, da el salto a 80 cc, de la mano de derbi. Rompe cuando iba segundo en la primera carrera. Semanas después, un accidente pone fin a su carrera. La carrera de un genio que fallecería 16 años después (1998) de una leucemia y que dejó huella eterna. Por algo, se eligió su nombre para darle nombre al Circuit de Cheste. «No he oido de otro piloto del que todo el mundo hablara tan bien», coinciden sus amigos.