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Maratón de Valencia

Un abismo entre el maratón de 1981 y el de 2016

La prueba ha pasado de residual a convertirse en un fenómeno social

Un abismo entre el maratón de 1981 y el de 2016

La Maratón Popular de Valencia, en la actualidad Maratón Trinidad Alfonso, es el perfecto ejemplo de la evolución de la sociedad valenciana en los últimos 36 años en la práctica de la carrera a pie. Entre el ayer y el hoy de correr en Valencia hay un abismo. Dos mundos unidos por la emoción de correr en Valencia una distancia épica: los 42.195 metros.

Esa distancia de los 42.195 es la que separaba la puerta del Castillo de Windsor, sede de la Realeza británica, de la línea de meta del maratón de Londres de los Juegos Olímpicos de 1908, situada en la pista de atletismo del estadio White City.

En Valencia, antes de 1981, se corrieron algunos campeonatos de España de maratón, en especial en los 40, 50 y 60. Carreras en las que en el mejor de los casos participaba una veintena de personas, y, por supuesto, ninguna mujer.

En 1981, nació el maratón popular de Valencia, obra de la Sociedad Deportiva Correcaminos. Las vicisitudes por las que pasó la organización bien podrían llevarse al cine. Las personas que salieron a correr lo hicieron con un espíritu de aventura y de improvisación. Para muchos aquella fue su primera carrera. Muchos lo hicieron gracias a los artículos que en los meses previos publicaros los periódicos de la época.

Los circuitos

El circuito por donde debía transitar los atletas fue cuestionado por la policía local, siempre muy sensible a las críticas de los automovilistas. Los amigos de Correcaminos tuvieron que mendigar durante años los cambios para hacer que el trazado fuera urbano. En las primeras ediciones, la carretera antigua del Saler fue el marco, pues por allí se molestaba poco. Hoy las mejores calles de Valencia, los lugares más emblemáticos de la ciudad, forman parte del precioso escenario en que se ha convertido correr en Valencia.

La participación femenina

La presencia de las mujeres en esta carrera era testimonial. En la primera edición acabaron siete. Hoy, en 2016, 2.700 mujeres tomarán parte. En cuanto al 10K, la presencia femenina se aproxima al 48%, una cifra fantástica. En los 80, las mujeres que corrían maratones era aquellas que, cumplidos los 35 años y acabado su ciclo materno, querían practicar un deporte sencillo, barato y noble. De hecho en las carreras populares de los años 80, 90 y principios del siglo XXI, las atletas veteranas doblaban en número a las atletas seniors y los trofeos en categoría junior, de 18 a 20 años, quedaba por entregar por la falta de participantes.

El coste del equipaje

Las prendas que llevaba el maratoniano en 1981 no alcanzaba los 6 euros (1.000 pesetas). Veamos: las zapatillas 400 pesetas (algo más de un euro); la camiseta 80 pesetas (menos de un euro); los calcetines 40 pesetas (20 céntimos de euro) y el pantalón pongamos 300 pesetas. La inscripción, medio euro.

Hoy el equipaje y artilugios de muchos de los corredores supera fácilmente los 500 euros, y en ocasiones los 1.000. Las inscripciones también han crecido hasta 90 euros, si bien el maratón Trinidad Alfonso es de los más baratos de Europa. Hoy el corredor puede llevar un teléfono móvil, un gps, un reloj que le indique las calorías consumidas, la distancia recorrida, el ritmo, las pulsaciones. Igualmente puede escuchar música o la retrasmisión de la prueba en la que participa. Unas zapatillas normales valen entre 80 y 100 euros, unas especiales entre 140 y 180. Ayer las mejores «joma», «paredes», «adidas» o «karhu», entre 6 y 18 euros.

Los servicios

En las primeras ediciones se contaba con un par de ambulancias, ahora en Valencia habrá más de 40. En el pasado, la distancia no estaba homologada, ahora sí. Ayer corrían 640 atletas, hoy corren 19.000. Ayer el 95% de los corredores era de la Comunitat Valenciana. Hoy el porcentaje que viene de fuera, en especial de Italia y de los países francófonos, supera los 2.000. Ayer los atletas de otras comunidades eran testimoniales. Hoy Madrid y Cataluña envían embajadas suntuosas de atletas. En 1981, no había puntos de animación, ni bebidas isotónicas, ni barritas energéticas, ni váteres a lo largo del circuito.

La élite

Los atletas de elite venían con el viaje y la estancia pagada. Atletas como Pawel Lorens, Miroslaw Bugaj, Sergei Prorokov, Leonid Shevetson, Yuri Mihailov, Zinaida Semenova, Valentina Liajova o Olga Sokolova, ganadores de algunas de las ediciones en los 80 y 90, vinieron a correr a cambio del viaje y la estancia. Hoy las condiciones en las que participan los atletas de elite se ven recompensadas con premios en metálico en función de las marcas. Atletas como Luka Kanda, Felix Keny (2:07:14), Jacob Kendagor, Mwangangi, Beata Naigambo, Dibaba Adugna o Azalech Masresha (2:27:01), ganadores de las últimas ediciones, han percibido unas cantidades por venir a correr y otras en función del puesto y la marca. Las ayudas de la Fundación Trinidad Alfonso para estos atletas son muy estimables, y contribuyen a que junto con la columna vertebral que son los populares, la ciudad de Valencia goce con los grandes ases mundiales.

El público

Hace 36 años, en la Alameda de Valencia nos juntábamos amigos y familiares de los corredores. Hoy, más de 250.000 personas se agolpan a lo largo del circuito para animar a los héroes del cambio de costumbres más importantes de los últimos tiempos. En las pistas del cauce del río Turia, donde estuvo instalada la meta muchos años, algo más de 4.000 personas esperaban ansiosas la llegada de sus familiares. Hoy, en la salida y en los últimos kilómetros, miles de valencianos se agolpan, y en zonas determinadas del centro de la ciudad la afluencia es masiva.

Una nube de ciclistas

En las primeras ediciones, una nube de ciclistas acompañaba al primer clasificado. Ahí están las fotos. La mayoría de estos ciclistas pretendían salir en la foto. La primera clasificada, sin embargo, machismo presente, apenas merecía la atención de algún ciclista. Hoy los ciclistas forman parte del pasado. En más de una ocasión hubo caídas y encontronazos.

Los medios de comunicación

Ayer los periodista tenían que mendigar una doble página para el maratón de Valencia. Los jefes de deporte decían: «Pero tú que te has creído que solo existe tu deporte». Luego en ese mismo periódico había 28 páginas para el fútbol. Hoy, el maratón Trinidad Alfonso, desde meses antes de su celebración, ya es noticia. Un programa como Crono de Xavi Blasco dedica 5 horas de retrasmisión en directo al maratón. Las emisoras de radio no cesan de recordarnos que la gran cita es este domingo y que hemos de salir a animar.

Las repercusiones económicas

Podríamos seguir hablando de la alimentación, los entrenes, los clubes, las motivaciones, los tiempos de los valencianos de los años 80 y 90, mejores que los de hoy, los teléfonos móviles, las fotos en facebook, los chips, la función de los jueces, que en el pasado tomaban con papel y bolígrafo los dorsales y los tiempos, las enormes repercusiones económicas favorables para la ciudad de Valencia en campos como la hostelería y el trasporte, el gran números de personas que se implican, el voluntariado o la imagen de la ciudad de cara al exterior.

Podríamos señalar ese cauce del río Turia que vertebra una afición o ese circuito que lo recorre en 5 kilómetros. Podríamos comentar que son más de 40 carreras que se celebran en Valencia a lo largo del año y el interés de los Bancos y compañías de seguros por estar presentes en este deporte.

Ayer el locutor de esta prueba con hablar español era suficiente. Hoy esta carrera, como cualquier maratón que se precie, necesita personas que hablen inglés, francés e italiano, sin olvidar al valenciano representado por miles de atletas de comarcas como la Ribera, La Safor, La Vall d´Albaida, el Camp de Turia, l´Alcoià, la Marina Alta, la Costera, l´Horta, la Canal de Navarrés, el Camp de Morvedre, el Maestrat...

Hoy el maratón y otras muchas más carreras poseen una vertiente solidaria. La igualdad en los trofeos es patente. En el pasado, las Copas de los hombres eran más grandes que las de las mujeres. Hoy el maratón posee un aspecto educador con el deseo de que el atleta recicle y colabore con la imagen de una ciudad alegre, solidaria, democrática, festiva y trabajadora.

Ser maratoniano es un honor

Hoy, como ayer, correr 42.195 es una gran aventura. Hoy, como ayer, ser maratoniano o maratoniana es un honor. En este aspecto, nada ha cambiado. Hoy Valencia se siente orgullosa de su maratón. Cuidémoslo como lo hacen con el suyo ciudades como Lisboa, Berlín, Boston, Nueva York, Londres o París.

Hoy Valencia puede levantar alta la cabeza ante el hermoso espectáculo de una salida y una llegada a meta digna de una gran producción de Hollywood.

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