Jesús Sanz desenmarañó con su libro La cara oculta de la política valenciana muchos de los secretos que se construyeron en el segundo lustro de la década de los 70 y los primeros años de los 80, cuando se configuró, de forma acelerada, la estructura autonómica. El magnífico escritor edificó una biblia para los estudiosos de la época, pero bien podría hoy ampliar sus investigaciones y analizar la cara oculta de la pilota valenciana.

Lo ha denunciado Ricard Sentandreu, uno de los pocos valientes que han querido levantar la voz sobre lo que muchos y muchas consideran una sinrazón. El pilotari de Villanueva de Castellón supo hace poco que, a pesar de ser un referente ineludible del raspall valenciano, se quedaba fuera del cartel de jugadores que disputan el torneo Savipecho, uno de los más potentes del calendario autonómico. Explotó por ello a través del portal PilotaVeu. Sus reclamaciones son las de muchos, aunque la mayoría callan para no ser marginados. A «groso modo», el castellonense exige un calendario anual de competiciones, unos criterios objetivos de elección de jugadores participantes en cada competición y un ranking de pilotaris para que la selección sea objetiva. Es extraño que dichas medidas no se apliquen desde hace décadas.

La profesionalización ha llegado al mundo de la pilota, pero la mayoría de los jugadores sigue contando con unas condiciones muy mejorables. Si a propósito de la victoria de Puchol II se conoció su escasa recompensa económica, Sentandreu hizo público lo que le ofreció la federación tras su victoria en el campeonato de la Lliga Professional de Raspall junto a Sanchis y Roberto. «Pocos días después, los reconocimientos al campeón llegaron con una ´gran´ oferta de contrato a partir de mayo hasta finalizar el 2016 de la jugosa cantidad de 360 euros mensuales más 45 adicionales por cada una de las ocho partidas al mes acordadas. Un contrato que, evidentemente, con 28 años y reciente campeón, me vi obligado a pedir que revisaran con una carta destinada al presidente de la federación y al presidente del comité profesional. Les comentaba que, básicamente, la oferta no era la suficiente para cubrir los gastos. Esta carta no tuvo respuesta por escrito hasta septiembre y, curiosamente, no por los presidentes, sino por la misma empresa que me decía, en mayo, que no dependía de ellos la contratación y que me dirigiera a los presidentes. Así que, como jugador, continuaba sin contrato, sin ninguna seguridad y, hasta el día de hoy, tan sólo cobrando 70 euros por partida contratada a cargo de cada trinqueter».

La situación de los jugadores profesionales se ve agravada con la de los semiprofesionales, decenas de pilotaris que acuden semanalmente a trinquets a cambio de cantidades que se pueden situar, si el día es muy favorable, alrededor de los 50 euros. Lo normal es no más de 20. Sean de donde sean y estén programadas las partidas en la Llosa, Bellreguard o Xeraco. La voluntad de jugar se convierte en el único motor.

Algunos pilotaris exigen (casi siempre con la boca pequeña) algo así como un sindicato que defienda sus derechos, representantes que les hagan sentir unidos y caminar en la misma dirección. «Los jugadores estamos años reivindicando mejoras como principales protagonistas porque sólo estamos considerados como productos en sucio de este sistema que, a pesar de continuar teniendo cada vez más y mayores deficiencias, continúa su funcionamiento con total libertad. Como jugador, espero que durante muchos años más, sólo me queda continuar entrenando y disfrutar al máximo de cada pilotada y ser una voz más entre todos los jugadores para manifestar, a quienes corresponda, la necesidad de un calendario anual de competiciones, criterios objetivos de elección de jugadores para competición y un ranking de los jugadores», defiende Sentandreu.