El valencianismo salió hundido anoche del Reyno de Navarra, lleno de dolor y de rabia. Su equipo dejó escapar una victoria indispensable para seguir vivo. No supo defender tres puntos vitales para respirar. El miedo superó a sus jugadores más veteranos (Mario Suárez, Enzo Pérez y Parejo), incapaces de gestionar la ventaja ante el colista, el peor conjunto del campeonato. Enzo Pérez y Mario Suárez, otra vez de central, defendieron con molicie el último ataque de Osasuna, una pared de Clerc y Jaime culminada por el primero de tiro cruzado ante la salida de Alves. La cara de Voro tras el encuentro era la de un hombre abatido. Parejo, en el minuto 89, había fallado un penalti. La defensa fue una película de miedo. La nota positiva vino de los chavales: Carlos Soler jugó con aplomo en el medio del campo, Lato entró con determinación en la segunda parte, Munir mostró su clase en dos de los tres goles y Santi Mina puso el alma en cada acción. Por ahí se puede agarrar Voro para levantar el ánimo. Prandelli pedía refuerzos de veteranos y anoche fueron los jóvenes quienes dieron la cara, un rayo de esperanza para la durísima segunda vuelta que le espera al Valencia.

Cada vez que atacaba Osasuna con sus pocos recursos, cundía el pánico. Unas veces porque se despistaba Mario Suárez y dejaba el balón muerto para que Oriol Riera marcara el empate a puerta vacía. Otras porque Mangala soltaba un manotazo y se cargaba con una amarilla innecesaria. Los dos centrales amonestados antes del descanso.

Aun así, el Valencia se marchó al intermedio con una ventaja inesperada. Oriol Romeu cabeceó esta vez hacia su propia portería tras un centro de córner de Parejo en el minuo 45. El cuadro de Voro había marcado al principio y al final del primer tiempo. Había salido con ímpetu y, tras fallar un remate Santi Mina a puerta vacía, Munir voleó con maestría un centro de Siqueira desde la izquierda. El atacante hispano-marroquí sabe cómo colocar el pie para empalmar (ya marcó otro parecido en Copa frente al Leganés). Los nervios se apoderaron del equipo tras la igualada de Riera. Y al medio del campo le costó coger el hilo, sin apenas dar tres pases seguidos. Las mejores opciones llegaron por los envíos enroscados de Siqueira desde la izquierda. Era una guerra de ambos equipos contra la desesperación.

El Valencia reculó tras el descanso y volvió a sufrir un descalabro defensivo. Solo la destreza de Alves, en una gran estirada, evitó el gol en el disparo cruzado de Roberto Torres. El desastre se confirmó en el segundo empate osasunista, un cúmulo de despropósitos: un córner facilitado por Enzo Pérez, un mal despeje de Mario Suárez, una zaga tiritando y un tirazo de Roberto Torres con la zurda desde la frontal por la escuadra.

La entrada de Nani fue un bálsamo. Transmitió tranquilidad y el Valencia volvió a encadenar una serie de pases. La mejor jugada la inició desde la derecha Montoya, circuló por el medio hasta Munir, que volvió a derramar su talento: centró de primeras dejó solo a Martín Montoya ante Mario. El lateral derecho resolvió como ese nueve inexistente en el Valencia. Después llegó la potente arrancada de Santi Mina y el penalti de Iván, que debió haber visto la segunda amarilla. Tras la pifia de Parejo, quedaba cinco minutos para defender la ventaja. Pero de nuevo se echó atrás el Valencia y volvió a cerrarse mal. El gol de Clerc entró como un puñal en el corazón del valenciamismo. Voro debe reconstruir la moral a partir de la fuerza de sus chavales. Ellos sí dieron la cara en El Sadar.