Rafa Nadal está considerado como uno de los más grandes tenistas de la historia. Sin duda estamos ante uno de los genios de la historia del deporte individual, sólo comparable a inolvidables boxeadores o ciclistas, desde Joe Louis, a Mohamed Alí; desde Fausto Copi a Edy Merck, por citar sólo a unos pocos indiscutibles. Nos referimos a deportes de implantación planetaria, lo que acrecienta la grandeza de sus hazañas.

Y, sin embargo, en un deporte infinitamente más pobre pero no menos duro, encontramos a figuras que no han tenido parangón y que han pasado, para el público en general, prácticamente desapercibidas. Nos referimos a dos genios de la pilota valenciana: Albert Arnal, «El Xiquet de Quart», y Francisco Cabanes, «El Genovés». Ninguno de ellos recibió siquiera el reconocimiento estatal pues ya sabemos de la escasa o nula influencia de la política valenciana. Ninguno soñó jamás en ser conocido fuera de sus fronteras naturales?y, sin embargo, si comparamos sus trayectorias deportivas con la de los grandes del tenis, del ciclismo o del boxeo, llegaremos a la conclusión de que sólo pueden envidiar los ingresos en dineros y popularidad, pero serían envidiados en la grandeza de su genio deportivo.

Nadal, Mohamed Alí o Federer, vencieron en pruebas de lucha individual. Quart y Genovés fueron capaces de jugar contra tres rivales a la vez. ¿Se imaginan que Federer jugara contra una pareja? Genovés y Quart jugaron contra tríos, los mejores. Y llegaron a tal nivel de superioridad que hubieron de hacer más concesiones: privarse de algunas pegadas. Alberto Arnal llegó a ser tan superior que los trinquetes hubieron de anunciarlo sin que pudiera realizar la primera pelota desde el «dau». Jugó contra el mejor trío de la época, el que formaban Lliria, Mora y Micalet.

Genovés alcanzó tanta superioridad que se enfrentaba contra los tres mejores en sus respectivas posiciones. La partida más repetida era la que le anunciaba contra Eusebio, Xatet o Pepet; o Fredi, Vicente y Vicentico, por ejemplo.

Lo hacía casi todos los días de la semana, en un maratón que le llevó, en su mejor época, a anunciarse en más partidas que días del año. En la temporada estival llegó a jugar tres partidos en 24 horas; en las condiciones más difíciles, soportando las mayores exigencias pues llegaron a jugar contra los mejores y prohibiéndoles sus mejores armas.

Pocos casos semejantes

¿Se ha conocido algo igual en la historia del deporte? Si acaso, en otro profundamente cercano a nuestra pelota: la pelota vasca. Allí, Miguel Gallastegui, el mismo que destronó a Atano III, llegó a jugar contra las mejores parejas, aunque de forma esporádica.Recordar estas realidades permite valorar como se debe a estos dos grandes genios del deporte valenciano cuya fama apenas ha llegado al reducido ámbito de un deporte regional, con una historia secular pero minoritaria.