El baloncesto es un deporte de estadísticas y el Valencia Basket las pulverizó anoche en la madre de todas las fiestas vividas en La

Fonteta. Ganó desde la primera hasta la última canasta jugando muy bien al baloncesto, es cierto, pero ha superado al Madrid tres

partidos seguidos -no lo había hecho nadie en los últimos 6 años- desde una fe inquebrantable en sus posibilidades. Ese lema de «la

cultura del esfuerzo» que proyectó el club hace unos años le ha llevado a la gloria. Todo en el Valencia Basket está fundamentado en el sacrificio, en el trabajo en equipo y en la perseverancia. Ante eso, ante tanto derroche de compromiso, fulminó al Real Madrid, que le quintuplica en presupuesto. Antes, había caído el Barça, y elBaskonia, los otros dos aristócratas españoles de este circo.

Con una actuación coral, el Valencia Basket ganó el partido desde el principio, desde la primera hasta la última canasta. Sin un final imprevisible como en las novelas negras. Los partidos de baloncesto tienen un sistema nervioso difícil de explicar, porque todo cambia, todo gira, en un instante. Por eso, La Fonteta esperó esos respiros que otorgan estos partidos para creer que, de verdad, la victoria era posible. El leve aturdimiento del primer cuarto se tornó en claridad en el segundo, cuando la locomotora taronja tomó su ventaja sobre el tren de mercancías que es el Madrid.

Tres triples consecutivos abrieron un panorama idílico (41-23). Las pulsaciones del Valencia Basket contrastaban con el lento corazón del Real Madrid, taciturno, errático, nervioso, como un brillante rockero que no acierta con los acordes en su gran noche. La diferencia se fue a los 20 puntos camino del descanso, momento para darse un pellizco en la nalga y disfrutar del dolor, que no era dolor sino la confirmación de estar presente. Diot, Oriola, Thomas, Sastre,San Emeterio y compañía estaban vulgarizando al Real Madrid, el favorito del play-off desde todos los ámbitos. Parecía un equipo del montón.

¿Dónde estaba el increíble Llull? ¿Cómo es que el Madrid protestaba a los árbitros? El tren continuó a toda máquina en el tercer cuarto, pese al lastre de tener a Dubljevic en el banquillo, cargado con 3 faltas y 1 puntos anotado. Pero el Valencia Basket era un grupo imparable. Aquel fantasma del desastroso final de la Eurocup ante el Unicaja, en las cabezas de muchos aficionados a la hora de la siesta, era eso, un espectro del pasado.

Y de repente, el Madrid. Su carácter, sus solistas (Llull) sobre todo y ese fantasma de la noche de Unicaja se coló por una ventana. El equipo de Laso se situó a 11 puntos (67-56) en el último instante del tercer cuarto. Cualquiera lo hubiese firmado, pero... ¡Terror en La Fonteta! Con el pelo a lo mohicano, Diot reactivó fugazmente a La Fonteta con un triple. Pero, ahora sí, el Madrid estaba en el partido.

A 9 puntos se situó el Madrid a 7 minutos (73-66). Salió entonces el orgullo taronja, el dolor en la nalga que recordaba dónde y en qué capítulo del libro estaba. Terror disipado. Los hermanos Roig, los que parieron este invento, disfrutaron, como dos músicos más del concierto, de la llegada a la cumbre. Con el pelo a lo mohicano, Diot, el director de juego «improvisado» que ha gestionado el juego. La defensa, pegajosa como un chicle en el zapato, daba vida a los chicos de naranja.