Jorge Navarro (La Pobla de Vallbona, 1996) progresa hacia el top ten de Moto2 en su temporada de transición en la categoría intermedia. El piloto valenciano dio el salto desde Moto3, donde muchos consideran que debería haber seguido para luchar por el título. Decidió que no y, pese a que no se han cumplido sus mejores expectativas, no se arrepiente. Se ve en su aspecto. Navarro ha suavizado la espartana dieta del año pasado, cuando cada gramo de peso era un lastre para subirse a la moto. Ese fue uno de los motivos por los que decidió adelantar su salto a Moto2. El régimen alimentario era demasiado estricto. En Cheste, después de la última carrera del Mundial, se tomó una coca-cola 3 meses después. El azúcar, cualquier tipo de grasa, era un veneno para un piloto de Moto3 de 1,72 metros de estatura. Mantenerse por debajo de los 62 kilos llegó a ser un suplicio para el vallbonense.

La cara de Navarro, su cuerpo en general, ha cobrado alegría esta temporada. «He ganado 3 kilos de felicidad», asegura. El piloto valenciano ya puede permitirse, de vez en cuando, ese caprichito al que no renuncian los pilotos cada corto espacio de tiempo. Ya se puede comer, más o menos tranquilo, un plato de lasaggna de su madre, o la paellita del domingo. En la cilindrada media, un piloto puede competir al máximo, sin lastrar la moto, en torno a los 65 kilos. Eso es lo que pesa ahora Navarro.

El piloto valenciano, que firmó su primer podio, y después su primera victoria de Moto3, en Motorland, disfruta del Gran Premio de Aragón, su favorito. Firmó ayer el octavo mejor tiempo para la salida de hoy, una buena posición en el año de su puesta a punto en Moto2.

Su paso de categoría recibió algunas críticas el año pasado. Su entorno, sin embargo, lo tenía muy claro. Tiene ritmo y envergardura para dar el salto, dijo Rafael Olcina, su preparador físico.

Mantener el volumen en un deportista de élite de 20 años (ahora 21), con un alto porcentaje de masa muscular producto de su dura preparación física, no es fácil. Jorge Navarro lo sabe muy bien. Tiene prohibidos de fritos, dulces y alimentos grasos. «Tiene un régimen alimentario personal basado en un test. Ni siquiera toma pasta, sino quinoa. Y mucha verdura. La carne, lo mínimo posible», explica Olcina.