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'Pana', el campeón de la eterna sonrisa

El venezolano Carlos Lavado, con dos títulos mundiales en los años 80, destaca por su carisma entre los aficionados

Carlos Lavado posa en el Circuit, con la torre de control al fondo, ayer. eduardo ripoll

El bicampeón mundial Carlos Lavado (Caracas, 1956) es uno de los personajes más carismáticos del paddock y tal vez el expiloto más estimado por los aficionados, no solo en España, sino en todos los circuitos que se disputan pruebas puntuables para el campeonato del Mundo. Siempre con la sonrisa en los labios, jamás le ha negado un autógrafo a nadie ni ha rehusado a hacerse una foto con todo el que se lo pedido. El piloto venezolano fue campeón del mundo de 250 cc. en 1983 y 1986.

El Pana, apelativo con el que es conocido, debutó en el mundial en 1978 en el circuito de San Carlos, en su país. Era la primera vez que se celebraba un GP en Venezuela y allí se presentó un joven con un mono blanco muy ajado y totalmente descolorido, con una vetusta Yamaha 250 en la que único nuevo eran los neúmaticos. Era la primera vez que estrenaba «cauchos» en una carrera. Pese a su inexperiencia, los tiempos empezaron a salir, tanto que para la parrilla se situó entre Kenny Roberts, que regresaba al Mundial (250 y 500) tras su esporádica aparición en 1974, y Gregg Hansford, quien, junto con Kork Ballington, habían llegado ese mismo año al mundial con Kawasaki. La carrera la ganó Kenny Roberts (abandonaría este Mundial después de la quinta carrera, disputada en Assen, cuando lideraba la provisional, para centrase en 500), con Carlos Lavado en segundo lugar, por delante del francés Patrick Fernández, que fue tercero. Tras este resultado, vino a Europa, donde corrió en el Jarama y en Monza -cayéndose en ambas- y en Mugello, donde no se clasificó para parrilla.

Un año después -1979- en su tierra, en el Circuito de San Carlos, consiguió su primera victoria en el mundial al imponerse en 350 cc. Cuatro años después alcanzó la gloria al proclamarse campeón del mundo en 250 cc., título que repitió en 1986.

Lavado siempre tuvo una especial relación con los pilotos españoles. "¿Qué queriáis que hiciese, si no tenía ni la más remota idea de inglés y sólo hablaba castellano?", asegura. Con Ricardo Tormo siempre tuvo una estrecha amistad y, a fecha de hoy, aún se emociona cuando habla de él y es categórico a la hora de definirlo: "Osaso y meticuloso".

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