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Eso para qué sirve

En el minuto 90 de la final de la Champions del año 2000, con 3-0 en el marcador, Angloma le hizo a Savio una falta en la frontal del área. Savio se levantó y preguntó a Hierro si le dejaba tirarla.

Que no se pierda esa ingenuidad nunca.

Temo decirle a mi hija que me han nominado a los Premios Panenka porque seguro que me responde con uno de sus demoledores ¿Y eso para qué sirve? Se supone que Delia vive de pleno en la edad de la ilusión y la fantasía, pero lleva dándome lecciones de pragmatismo desde que aprendió a hablar. La mejor del verano ocurrió en el FIB. Tenía el domingo libre y la llevé de excursión. Merendamos tres veces, jugamos partidos de ping pong súper emocionantes y sesteamos en las tumbonas playeras. Sobre la moqueta verde, al atardecer, deleitó a los presentes con bailes que exponían de manera nítida sus avances en las clases de danza, y le preparé una ruta de conciertos porque no íbamos a estar todo el rato en la zona VIP, aunque eso sea sin duda lo mejor de tener un padre periodista. Nos llenamos de Fanta y de comida basura, y vimos un poco a Las Odio, Dua Lipa, Linda Guilala y Bad Gyal, su preferida, porque creo que sigue pensando que en realidad es Shakira.

Ya de noche volvimos a casa, pero antes de subir a dormir paramos a comer un helado donde siempre, y allí en las escaleras de Eurosol le pregunté qué le había gustado más del FIB. «Este helado», me dijo. Yo le había organizado un plan excepcional, un debut fiber que luciera ahí en lo alto del álbum familiar, y ella me recordó que más vale ser feliz con tus rutinas, que más vale encontrar el gozo en ´lo de siempre´.

´Eso para qué sirve´ es a menudo una pregunta incómoda. Hay preguntas mejores. Hay preguntas difíciles. La única vez que Delia vino conmigo a Castalia a ver un partido de fútbol deslizó un par de cuestiones. Quién es ese niño que está al lado de la portería, apuntó. Es un recogepelotas, contesté, si la pelota va fuera se la da al portero para que saque y hay más, míralos, en otras partes. Y por qué son todos niños y no hay ninguna niña, añadió.

Aprendo mucho con mi hija. A ver si lo lee la directiva.

Al final le pregunté si se lo había pasado bien o mal y me contestó con un cirujano ´regular´. Me di por satisfecho. En la mente de mi hija el fútbol es aquello que me aleja de ella, y Teo, el pequeño, vendrá pronto detrás con reproches similares. Tengo que darle la vuelta al paisaje pero aún no sé cómo. Si no puedo compartir el fútbol con mis hijos, ya me diréis si todo esto tiene algún sentido.

No sé en qué momento de la vida uno deja de preguntarse si lo que hace sirve para algo, y qué es ese algo. Lo mejor para entrevistar a alguien es saber lo básico del entrevistado, pero no demasiado. Creo que también es lo mejor para enfrentarse a un rival en un campo de fútbol, saber lo justo, y para no tomarse demasiado en serio a uno mismo en el trabajo. Envidio a los que llegan a lo máximo sin perder esa ingenuidad, a los que pedirían una y otra vez la falta como Savio. Trato de ser feliz con mi equipo con ´lo de siempre´, con lo que depende de uno, y no someterme a la excepcionalidad ajena de ganar o perder al final en la meta. Intento que el fútbol esté en el bando de las cosas que nos endulzan la rutina, sin tener que preguntarnos si de veras sirve para algo. Lo intento pero no es fácil. Bien sabe Dios que lo intento y bien sabe Dios que no es fácil.

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