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El poderío africano de la Fonteta

La veterana Tirera y la joven Kamara aportan experiencia y talento al Valencia Basket para subir a la Liga femenina 1

El poderío africano de la Fonteta

Meiya Tirera es la capitana de la selección de su país a la que llegó con solo 17 años. Y eso que empezó tarde a jugar al baloncesto. Tenía 15 años cuando sus amigos le invitaron a probar el deporte de la canasta. Tras comenzar en el colegio su progresión fue evidente y pronto fichó por el Real Bamako. Después de ganar la liga de su país, jugó un año en Estados Unidos aunque decidió volver a África para militar en el Espoir Sportif de Túnez. Tras pasar por Angola, decidió, con 29 años, dar el salto a Europa, donde se embarcó en el humilde Haskovo búlgaro. Tirera reconoce que necesitaba llegar al viejo continente. «Tardé mucho en venir porque en África me encontraba bien, aunque la aspiración de llegar a Europa siempre estaba», reconoce. El conjunto búlgaro hizo el fichaje de la temporada. La pívot africana dominó todas las estadísticas llegando incluso a promediar en un partido 67 créditos de valoración. Ese buen año le dio la oportunidad de llegar a España para fichar por el Cadí la Seu. «En Bulgaria la vida es muy diferente a la de aquí. La opción de España era una gran oportunidad», afirma Tirera.

La vida de Thiama Kamara tuvo un rumbo distinto. Llegó en categoría infantil a Gran Canaria. El conjunto insular destaca por tener un nivel de ojeadores excelente en el continente africano. Y si en categoría masculina reclutaron a jugadores como Savané o Tavares, en categoría femenina se fijaron en una niña que había cambiado el atletismo por el baloncesto y que además no se le daba nada mal. «A Gran Canaria llegué muy joven. Al principio fue muy duro y me pasaba todos los días llorando porque quería volver. Esto me hizo evolucionar como jugadora y como persona muy rápido», asegura. Con un periplo de un año en Girona y tras debutar con el primer equipo en Gran Canaria, Badajoz fue su siguiente parada. Un gran partido en València ante el Claret, en el que firmó 21 puntos y 16 rebotes, llamó la atención de la dirección deportiva del Valencia Basket, que vio un diamante en bruto.

La Euroliga en el horizonte

Meiya Tirera reconoce que tuvo dudas en su momento de fichar por el Valencia Basket. Ahora está encantada. «Me pensé mucho venir a València porque era la Liga Femenina 2, pero gracias a mi agente acepté. Quiero quedarme toda la vida en València», indica. El baloncesto africano va aportando cada vez más jugadores a la liga europeas profesional pese a las peores condiciones que allí se dan. «Entrenas al aire libre y no es fácil», dice Kamara. «Es un baloncesto muy físico. Te acostumbras a jugar al sol», asegura Tirera. Más allá del baloncesto, Meiya Tirera y Thiama Kamara tienen otros retos. La de Malí, que es madre de un niño, asegura que tiene pensado poner en marcha una Fundación para fomentar el baloncesto en su país. Kamara, por su parte, amante de la peluquería, le gustaría poder entrenar cuando deje de ser jugadora. En el horizonte inmediato tienen claro que el reto pasa por estar el año que viene con el Valencia Basket en la Liga Femenina 1 y hablar de la Euroliga les ilumina la mirada. «Es mi objetivo aunque sea solo un año poder jugar con las mejores de Europa», dice Tirera. «Entreno por la mañana y por la tarde para conseguirlo», afirma Kamara. A miles de kilómetros de sus familias, las dos jugadoras africanas encarnan la valentía de dejar sus casas por para lograr algo en lo que creían. «El baloncesto no es solo entrenar y jugar. Debes reflexionar qué es lo que quieres conseguir, fijarte una meta y luchar por ello», indica Meiya. «No es fácil pero luego es como estar con la familia, he tenido suerte», comenta la senegalesa.

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