Juan Higueras es el responsable del centro La Bartola, un espacio público y residencial para personas con enfermedades mentales crónicas. Es jueves por la mañana y Castelló parece por un momento Tokio. Jóvenes y adultos esperan su turno para cantar en El Hostal, un céntrico karaoke que reúne a los miembros de La Bartola con los del Villarreal C. El segundo filial amarillo es uno de los equipos de la cantera del submarino que participa en Endavant Igualtat, un proyecto solidario que nació hace tres años. «Tenemos un centro en Benicàssim y otro en Castelló, en la Gran Vía. Este sobre todo fue pionero. Nos acercamos al Villarreal buscando experiencias que fueran más allá de la beneficiencia y que tuvieran un carácter bidireccional», explica Higueras. Las encontraron. «Lo llamamos filosofía Win-win. Una relación que a todos nos aporta muchas cosas buenas».
A La Bartola llegan los internos con el objetivo de mejorar y salir. «Es un centro de carácter rehabilitador, esa es la motivación». La esquizofrenia, el trastorno bipolar, el obsesivo-compulsivo... son algunas de las enfermedades con las que se trabaja. «Endavant Igualtat nos sirve de mucho. Sobre todo para borrar el estigma de los enfermos mentales como personas peligrosas, para superar ese prejuicio», comenta Higueras. Las actividades entre La Bartola, Gran Vía y el Villarreal C se han ido sucediendo a lo largo de la temporada. «El primer encuentro lo tuvimos en nuestra casa, bajo el lema ´¿Qué nos vuelve locos?´, y en él encontramos puntos en común, aficiones, cosas que nos gustan. Vimos un partido también juntos en el estadio de la Cerámica, fuimos a un gimnasio de Castelló a una sesión de zumba, y esta semana nos juntamos en el karaoke. Son experiencias que nos pueden unir y la mayoría están fuera de nuestras rutinas, tanto las del centro como las del equipo». En ese sentido se avanzará en el calendario. «La próxima semana tenemos una cita en el Mesón de la Tapa en las fiestas de la Magdalena».
La empatía
La peculiaridad de Endavant es que supera el clásico acercamiento de los clubes a los desfavorecidos. Más que llevar pescado, enseña a pescar. «Desde el principio quisimos construir algo que no se limitara a la típica visita con foto en Navidad», añade Higueras. «Nosotros a ellos también les aportamos mucho», apunta, «son chicos jóvenes que viven en la burbuja irreal del fútbol, es algo que vemos nosotros claramente, y con esto rompen sus ideas sobre el éxito, el dinero o el reconocimiento». El caso de La Bartola sirve de advertencia. «De alguna manera son conscientes de una nueva realidad. Estar en contacto con nosotros les hace pensar que, ¡ojo!, hay unos riesgos reales y palpables que pueden convertirse en enfermedad mental, por el estrés, la ludopatía, las drogas, las apuestas...».
Desde esa empatía «se crean vínculos bonitos. Al principio unos ven a los otros como simples futbolistas y los otros al revés, los ven como simples enfermos, pero una vez se rompe eso descubren lo que hay detrás».
