El Valencia Basket despidió sus desplazamientos en la Euroliga con una derrota en el OAKA por 75-56. Un choque en el que el Panathinaikos, bajo la batuta de un gran Nick Calathes, se mostró muy superior a los taronja a lo largo de los cuarenta minutos. Las bajas de Bojan Dubljevic y Guillem Vives, más allá de la de un Latavious Williams que sigue aportando muy poco al grupo, acabaron notándose mucho en una rotación a la que también volvía Van Rossom tras el ´susto´ en Milan. El belga, al igual que el resto del equipo, no estuvo a su mejor nivel. Aunque en su caos, eso sí, justificado por esa inactividad de los días anteriores. En el polo opuesto destacar la evolución y sensaciones dejadas por Tryggvi Hlinason, un jugador que cada día va a más.

Ya el arranque no pudo ser peor. Cuatro pérdidas en apenas tres minutos condicionaron un primer cuarto para olvidar y que el Panathinaikos dominó a su antojo. Pocas ideas en ataque y una floja defensa, sobre todo debajo de un aro en el que los mates se iban sucediendo de forma casi continuada. La imagen del equipo era ciertamente paupérrima y Txus Vidorreta se vio obligado a pedir tiempo muerto para demandar mayor implicación a sus hombres (11-3; min. 4). El técnico vasco dio entrada a Van Rossom buscando un revulsivo en la dirección, y acto seguido a Hlinason, Green y San Emeterio.

Por el equipo seguía sin carburar, empeñado una y otra vez en abusar del lanzamiento triple (20-6; min. 7). Con todo, la superioridad griega era incontestable y Xavi Pascual decidió empezar también a dar descanso a sus hombres importantes. En especial a Nick Calathes, cuyo recital de asistencias en este primer acto casi liquida a los taronja. La valoración en esos minutos hablaba por sí sola (33 para los locales y 9 para los valencianos).

Sería con la primera canasta de dos puntos, obra de Tryggvi Hlinason, cuando las cosas empezarían a cambiar (22-11; min. 8). El pívot islandés completó unos buenos minutos en pista y, junto a la dirección de Van Rossom, logró aumentar la competitividad de los de La Fonteta. Tanto que, tras un parcial de 5-17, prácticamente devolvió la tablas al electrónico (25-23; min. 13). Ahí, sin embargo, el equipo volvió a desinflarse. La entrada de Sergi García y, principalmente, el exceso de individualismo de Erick Green no le sentaron nada bien al Valencia Basket. El escolta norteamericano buscó sus números haciendo la guerra por su cuenta? desgraciadamente sin acierto. Algo que pagó todo el equipo.

A la falta de acierto ofensivo se unió, de nuevo, una defensa más que mejorable. Payne emergió entonces para catapultar al Panathinaikos con un parcial de 9-0 (34-23; min. 16). Vidorreta optó por dar de nuevo entrada a Van Rossom para volver a remar y acercarse a su rival lo máximo posible antes de llegar al descanso (40-31; min. 20).

El paso por los vestuarios no cambió en exceso la decoración. El Valencia Basket caminaba siempre a merced de su rival, cuya superioridad era mayor en cuanto a juego y sensaciones que probablemente en el marcador. El Panathinaikos jugaba muy cómodo, al tiempo que Calathes se convirtió en amo y señor del ritmo del partido. La consecuencia directa fue una máxima renta en el marcador de 17 puntos (53-36; min. 26). La diferencia real de lo que se estaba viendo sobre la cancha.

A partir de ahí lo cierto es que el Valencia Basket siguió acumulando pérdidas y no dio nunca la sensación de poder ganar el partido. Y es que cada vez que recortó ligeramente la diferencia, los de Xavi Pascual apretaban de nuevo el acelerador para evitar sustos innecesarios (70-53; min. 36). Así de aplastante fue su dominio de la situación. Lo peor de todo fue la escasa capacidad competitiva de los taronja, sin ideas y sin recursos para plantar cara a su rival, aunque fuera mínimamente.