Es una figura ya mítica Rafael Nadal (Manacor, 31 años) como se ha visto estos días en València. Al mediodía, tras su victoria ante Zverev, se vivió uno de esos momentos que retratan al tenista balear. Salió con prisas y algo enfadado del edificio Capitol, donde acababa de dar una rueda de presa, porque quería estar junto a su compañero, David Ferrer, que se enfrentaba a Kolhscreiber en la plaza de toros. Pero eso no impidió que se parara a firmar autógrafos o a hacerse selfies, como en la fotografía que encabeza esta crónica, porque sabe que su deber es devolver parte del cariño de la gente, antes de volver al coso taurino en volandas de una fila de policías nacionales, que vigilaban cada uno de sus pasos.

«Tira amb molta força, David». El capitán de la selección española, Sergi Bruguera, se dirigía en catalán a los dos tenistas españoles del individual, el mallorquín Rafa Nadal y el valenciano de Xàbia David Ferrer, de 36 años. La unidad de la lengua y la España plural. La madre de David, presente en el coso taurino, lo vivió con el sufrimiento de la enorme responsabilidad de estar representando a todo un país. El padre de David, Jaime, daba vueltas al recinto taurino, con los nervios desatados por la presión mientras jugaba su hijo. David resistió contra todo pronóstico y puso un broche de oro a su fabulosa carrera. Le agradeció al capitán Bruguera la confianza porque no era fácil fiarlo todo a un jugador ya de 36 años. Y le devolvió la fe con casi cinco horas de pundonor.

«¡Vamos, Rafa!!!» ¿Quién no ha querido enviar al cielo ese grito de ánimo? Los jugadores aprecian ese aliento. Otra cosa son los espontáneos que dan consejos a los tenistas: «Tranquilo, Rafa», «asegura el saque», «tú, sigue». Vale, maestro. La gente estuvo muy respetuosa cuando se procedía al saque de cada jugador. Un silencio escrupuloso.

El partido más largo de la historia del tenis español lo ganó alguien tan perseverante y tan generoso como David Ferrer. Fue un honor ver en vivo a estas dos leyendas del deporte español.