El VRAC Quesos Entrepinares se proclamó ayer Campeón de la Copa del Rey de Rugby al vencer al SilverStorm El Salvadjavascript:revisarTextoHtml('pTexto');or (16-20) en una vibrante final multicolor que llenó las gradas del estadio Ciutat de València con cerca de 18.000 espectadores. El apoyo de los club valencianos, que lucieron sus respectivas camisetas en las gradas, fue decisivo para que el partido fuera un éxito global del deporte del balón oval.

València se convirtió ayer en la capital del rugby español. La disputa de la final de la Copa centró el foco del mundo del deporte en el Ciutat. Desde 1986 no se jugaba una final en València, la última se disputó en el antiguo campo de El Saler entre el RC Valencia y el Arquitectura de Madrid, y los 32 años que han pasado desde aquel encuentro han evidenciado el crecimiento exponencial de la afición valenciana al rugby.

Ayer, el campo no se llenó. Pero el estadio presentó una magnífica entrada de público. Fue la final multicolor por excelencia. La implicación de los clubes de rugby valencianos (CAU, Abelles, Tatami, Cullera?.) hizo que en las gradas se viera una amplia gama de colores de las distintas camisetas de los equipos como el rojo del CAU o el verde del RC Valencia. No hubo presencia masiva de aficionados de Valladolid, pese a que la final la jugaban dos equipos de Pucela como el VRAC y El Salvador, porque no sentó demasiado bien que la final no se jugara en Zorrilla ni en el Pepe Rojo y que, pese al derbi, el encuentro emigrara hacia València. Hasta el punto de que el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, no acudió al palco en señal de protesta y presenció el partido en las gradas como si de un aficionado más se tratara.

El popular cocinero Alberto Chicote fue el encargado de hacer el saque de honor. Chicote, gran aficionado al rugby deporte que practicó en su juventud cuando formó parte de la selección madrileña junto ala actor Javier Bardem, ejerció de padrino del encuentro. La canción de Loquillo «Feo, fuerte y formal» sonó con fuerza por la megafonía del estadio. Esta canción se ha convertido en el gran himno del rugby español. Ese rock representa los valores del deporte del rugby.

En lo deportivo, el Quesos Entrepinares se proclamó campeón tras un partido muy disputado, jugado de poder a poder, y que mantuvo su intensidad y emoción hasta el final. El VRAC comenzó el partido muy enchufado, y esa intensidad del arranque fue la que le permitió lograr el triunfo final. Los queseros entraron en el partido con mayor intensidad y quisieron marcar muy pronto el territorio. De hecho, en el primer minuto se adelantaron en el marcador gracias a un ensayo del ala Pedro de la Lastra, que plantó el oval pegado al banderín, tras una jugada colectiva. Gareth Griffiths convertiría (0-7), al igual que dos nuevos golpes de castigo del centro inglés, minutos 9 y 15, que elevaron el (0-13) al marcador.

Parecía que la final iba por la vía rápida. Y que los precedentes de los partidos entre ambos equipos durante la fase regular, sendas victorias del VRAC, junto al absoluto dominio del equipo en la tabla, no eran sino un presagio de lo que esperaba a los aficionados. Pero El Salvador despertó. Sam Katz, el apertura, puso a jugar a sus tres cuartos con ritmo y El Salvador empezó a pisar campo rival. A los 18 minutos tras una touch y una perfecta ejecución de maul, el pilier argentino Leandro Wozniak ensayó. No transformó Katz, pero el (5-10) subió al marcador. En esa misma línea siguió el partido hasta que a los 27 minutos, una ruptura del zaguero Nuu Junior, puro músculo y potencia, volvió a significar una nueva marca colegial que Katz no pudo transformar (10-13). Había partido. Mejoró el Quesos en la recta final del choque, el valenciano Álvar Gimeno asumió mayor protagonismo con un par de buenas acciones defensivas y ofensivas, y acabó jugando en la veintidós de El Salvador. Al descanso se llegaría con el igualado marcador de (10-13).

Más igualado no se pudo poner el partido en su reanudación. Griffiths perdonó un golpe de castigo mientras que Katz aprovechó su oportunidad (13-13). Empate y las espadas en todo lo alto. El VRAC volvió a animarse. Lo hizo desde su inexpugnable defensa presionante. Su capitán,

Kalo Kalo Gavidi aprovechó un error defensivo para ensayar. Esta vez sí que Gass Griffiths materializaba y el VRAC se ponía (13-20) en el electrónico. Katz recortaba distancias con otro golpe (16-20) y el partido estaba para quien lo quisiera ganar. Y lo ganó el VRAC manteniendo la posesión hasta el final.