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Cómo va a ser normal iniesta

M i madre piensa que le felicité el Día de la Madre por amor y eso, y mi mujer piensa que me aseguré de que nuestros hijos le dieran un regalo por lo mismo, por mi amor infinito, pero en realidad lo hice porque pienso que si me porto bien con los demás luego el fútbol me recompensa, y ganan los que yo quiero.

Se podría decir que el fútbol me hace mejor persona, pero se podría decir también lo contrario, que me envilece porque mis actos, bondadosos en la superficie, esconden un interés personal, mayor y subterráneo, como si fuera a África para regalar gafas de sol a los pobres en un viaje patrocinado. La vida es una escala de prioridades. Casi nunca salimos bien parados.

Igual está feo que nos importe tanto si gana o pierde nuestro equipo, pero hay por ahí en libertad gente bastante peor. Los que dicen que Iniesta es un tío normal, que no sé qué clase de personas conocen, que normal es un Opel Kadett, pero Iniesta me juran que es extraterrestre y me lo creo. O a los que enfocan por el videomarcador mientras están perdiendo un partido trascendental, y pasan de la tristeza a la alegría en una décima de segundo, saludando a la cámara haciendo el payaso. Esa gente me inquieta, de esa gente no me fío por si acaso.

A veces pasas días rumiando una idea y la escribes en un párrafo pensando que has inventado algo, pero un tiempo después descubres que ya lo había escrito alguien antes y mejor, de paso. Hace milenios los adultos ya criticaban a los jóvenes de entonces, y los jóvenes de ahora harán lo mismo dentro de unos años. Uno salta de un estado a otro sin darse cuenta. De repente solo saldrías un sábado por la noche si te pagaran por ello. De repente trabajar no es la novedad ni la excepción. De repente trabajar es lo normal y las vacaciones una especie de milagro. De repente Iniesta se busca un retiro dorado y te deja a contrapié, sobre la lona, doblado. Lo viste de niño, de chaval y de joven, y al crecer se jodió todo. Mientras él ganaba decenas de títulos y decenas de millones, tú no sabes muy bien lo que has hecho ni dónde has acabado. Cómo va a ser normal Andrés Iniesta. Normales son mis amigos. Normal soy yo. Normal es un boli BIC cristal azul. Iniesta es extraordinario.

En los equipos de Iniesta, generalmente, la rutina es la victoria. Jugar bien es que el partido se juegue como tú quieres que se juegue, y luego está el acierto, que a veces va por otro lado. Todo el mundo pierde alguna vez, pero hay quien para perder necesita que ocurra algo inesperado. Ese es el rodillo silencioso de los superdotados. Para los demás la gloria es la excepción. Los demás jugamos a la lotería y abrazamos la célebre sentencia de Nereo Rocco, porque es lo que necesitamos. «¿Que gane el mejor? ¡Esperemos que no!» Claro.

Me gusta ver jugar a Iniesta, me gusta ese fluir en apariencia sencillo y liviano, porque desmonta uno de esos principios medio religiosos y medio educativos que nos han inculcado. Un principio del mal y del veneno: que hay que sufrir tantísimo para merecer algo.

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