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Las carreras no son un juego

Las carreras no son un juego

Desgraciadamente se cumplió el peor de los presagios y ayer falleció en el Hospital Sant Pau de Barcelona el joven piloto catalán Andreas Pérez, de 14 años, víctima del espeluznante accidente que sufrió el pasado domingo cuando disputaba la cuarta prueba puntuable para el FIM CEV (Mundial Júnior) de Moto3 en el Circuit de Catalunya.

Las carreras de motos no son un juego. De hecho, en el motociclismo el riesgo no puede ser eliminado y todos tenemos asumido que es uno de los ingredientes que incrementa el encanto de este deporte. El riesgo y la muerte es algo intrínseco en el motociclismo y, por muchas medidas de seguridad que se tomen, seguiremos llorando la muerte de pilotos. Es duro y cruel este deporte que nos apasiona. De los más peligrosos que existen: te pones a más de 200 kilómetros por hora sobre dos ruedas y, si algo falla, la única protección que tienes es tu propio cuerpo. La moto ha tenido siempre un riesgo asociado y no hay que olvidar que se trata de un deporte peligroso que debemos respetar y valorar como se merece.

Aunque soy consciente de que algunos me llamarán antiguo, me gustaría preguntarle a los padres que tienen a sus hijos compitiendo si es vuestra pasión transmitida al niño o realmente la del niño. ¿No os dais cuenta de que por muchas vueltas que dé en un circuito, y por rápido que sea, hay muchas situaciones para las que todavía no está preparado, ni es consciente del riesgo? ¿No os dais cuenta de que para ellos solo es un juego con juguetes caros? La mayoría de los padres piensan que su hijo es el Márquez del futuro y que, cuanto antes los subamos al Mundial, mejor que mejor. ¿Qué es lo que está pasando? Yo conozco a muchos padres que se han arruinado económicamente tratando de convertir a sus hijos en pilotos, y, lo que es peor, a muchos que piensan más en divertirse ellos en las carreras que el que lo hagan sus hijos. Todo con la excusa de que él tenga lo que yo no tuve.

Andreas tuvo su fatal accidente cuando participaba en una carrera de Moto3, categoría que sustituyó a la de 125 cc, es decir la misma en la que competían en Cullera, en el campeonato de España, Ángel Nieto y Ricardo Tormo. Una aberración que podemos comprobar con la asistencia de público a los circuitos. Hoy por hoy la gente solo va a los Grandes Premios y ahí está el dato: mientras que a Cullera iban más de 30.000 espectadores, las gradas en todas las carreras que confirman el calendario están desiertas.

Eliminar por completo los peligros en la competición motociclista es una utopía y el trágico accidente que le ha costado la vida a Andreas Pérez nos recuerda el peligro al que están expuestos los pilotos.

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