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Viva la decisión

Viva la decisión

Fantaseamos con que la decisión fuera la de Mijatovic en el 96. Con llamadas de Paco Roig y un fax bien bullicioso. La decisión. Aunque es verdad que el programa duraría 5 minutos y muchos espectadores aporrearían el televisor, la versión vintage aportaría la delicia noventera de ver cómo un futbolista se decide entre dar un salto o prolongar su estabilidad rutilante. «Cualquiera en la situación de Lopetegui haría lo mismo», dijo Mijatovic esta semana enunciando su lealtad.

La decisión, un programa de entretenimiento protagonizado por Griezmann en el papel fingido de una estrella del trap, supone un salto cualitativo en la factura del rumore rumore del mercado; fichajes, cesiones y viceversa. Frente a un género futbolístico anclado en el tiempo, con tendencia al cutrerío, Piqué y Griezmann han conseguido evolucionarlo. Cabe poco escándalo, es el espectáculo de siempre, la duda eterna, la figura coqueteando con la mejora salarial o la marcha. Solo que ahora comandada por los mismos protagonistas.

Lo único que me escama del ejercicio lícito de Griezmann y Piqué son sus ínfulas revolucionarias. Creen haber reinventado el canal, haberse cargado la intermediación mediática y ser poseedores al cien por cien del control de sus marcas personales. Cuánta candidez.

Lo que han hecho es asumir su rol como víctimas del espectáculo. Por aburrimiento o codicia social han asumido elevar a formato televisivo su condición más de Kardashian que de futbolistas. Qué poco hablan de fútbol y cuánto de cotilleo empresarial en torno a sí mismos. Creen que están creando un invento, pero tan solo hacen rodar más rápido la rueda.

Más madera: los celos periodísticos que origina La Decisión. Como si una amenaza se abalanzara sobre el periodismo. Los recurrentes ataques gremiales de importancia. El escándalo por estar amenazada la actividad informativa. Al periodismo (deportivo) le hacen daño otras cosas, no esto. La Decisión solo trata de retorcer los formatos de entretenimiento con la producción a cargo de las mismas estrellas de la película. No es más que una conferencia de prensa embellecida y alargada en el tiempo. Poca amenaza, excepto que confundamos la información con la propaganda.

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