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Memoria de Mundiales

Brasil, gol de Zarra y orla para Puchades

El Mundial de Brasil 1950 tuvo un color valencianista. No solo por la presencia de 4 jugadores de Mestalla (Eizaguirre, Igoa, Asensi y Puchades), sino porque el centrocampista de Sueca estuvo en el equipo ideal del torneo

Brasil, gol de Zarra y orla para Puchades

La II Guerra Mundial impuso un paréntesis en la disputa de los campeonatos del mundo. Francia había cerrado el suyo con balance económico positivo puesto que ganó nueve millones de francos de la época. Los Mundiales se reanudaron en 1950, en Brasil. Allí estuvo el mayor contingente de jugadores valencianistas de la historia: Eizaguirre, Igoa, Asensi y Puchades. Los dos últimos, además, valencianos. Hasta la conquista de Suráfrica, aquel fue el campeonato más satisfactorio para la selección. Ocupó el cuarto puesto de la clasificación final, tras Uruguay, Brasil y Suecia.

La II Guerra Mundial había impedido que continuara el ritmo de Mundiales como habría deseado Jules Rimet. El fútbol fue un bálsamo para muchas sociedades. Incluida la española, que tenía todavía muy recientes sus muertes, fusilamientos y aún miles de presos en las cárceles franquistas. Aquel Mundial fue seguido por medio de la radio. España no poseía receptores en todas las casas. Por ello, en muchos lugares, el seguimiento de los partidos se hacía en colectividad. En la casa donde había aparato de radio se juntaban los vecinos.

España se clasificó tras eliminar a Portugal. La posguerra civil limitó mucho la celebración de partidos intencionales. Llegó al Mundial después de haber disputado varios partidos contra Portugal, dos de ellos en eliminatoria mundialista. En el primero, en Madrid, ganó España 5-1 y en la vuelta, en Lisboa, hubo empate a dos goles. Fue día de celebración de la mona de Pascua y recuerdo que los niños rompimos el huevo con el tanto de Gaínza, que era la clasificación. Por entonces ya había debutado Puchades y se había hecho con el lado derecho de la defensa Asensi, Eizaguirre era portero indiscutible. Con anterioridad también jugó el valencianista Epifanio Berridi «Epi». En el estadio de Jamor, España lució camiseta roja en partido oficial. Hasta entonces había alternado el azul con el blanco. El rojo se había transformado en el idioma oficial en colorado. Y los trabajadores en productores. En la posguerra, la primera vez que se volvió al rojo del uniforme oficial fue el 2 de marzo de 1947, en Dublín. En España volvió el rojo en Chamartín el 21, de marzo, de 1948.

Los niños pedíamos en casa el «Levante» porque publicaba la fotografía de los veintidós jugadores. De aquellos años me quedan en la memoria los nombres de futbolistas como Cruz, Paciencia, Cuaresma y Espíritu Santo, una avanzadilla del Rosario en Familia del Padre Peyton. Portugal era el amigo al que se vencía.

La contienda bélica mundial dejó sin participar en Brasil a la URSS y los países de su área excepto Yugoslavia. Se inscribieron treinta y tres países pero renunciaron a participar Alemania, Austria, Bélgica, Birmania, Ecuador, Indonesia, Perú y Filipinas. Hubo cuatro grupos; Brasil Yugoslavia, Suiza, México; España, Inglaterra, Chile, Estados Unidos; Suecia Italia, Paraguay y Uruguay solo jugó un partido, que ganó contra Bolivia.

España ganó a Chile (3-1), Inglaterra (1-0) y Estados Unidos (1-0). Se clasificaron para la ronda final los primeros de cada grupo. España salió de Brasil con aureola de gran selección. Fue goleada 6-1 por Brasil, empató (2-2) con Uruguay y perdió con Suecia (3-1). Sin embargo, el régimen de Franco aprovechó políticamente la victoria contra Inglaterra con el gol de Zarra. De aquel triunfo salió una frase que acabó siendo histórica: «Hemos vencido a la Pérfida Albión».

Tal afirmación salió de la boca del presidente de la Federación Española, el doctor Armando Muñoz Calero, notable cardiólogo, que había sido miembro de la División Azul. En el micrófono de Radio Nacional, en manos de Matías Prats, dijo: «Al mejor Caudillo del Mundo: Excelencia, hemos vencido a la Pérfida Albión». Los dirigentes británicos conocedores de tal expresión, acudieron a la cena de la embajada de España a la que habían quedado convocados ganase quien ganase. Los españoles que llagaron antes a la delegación comentaron que después de la derrota no acudirán. Lo hicieron con extrema puntualidad.

El gol de Zarra a Williams no fue de cabeza como se contó numerosas veces. Ello tenía que ver con el hecho de que del delantero vizcaíno se había llegado a decir que tenía la mejor cabeza de Europa después de la de Churchill. Todos los goleadores anteriores quedaron en el olvido. El equipo de la hazaña lo formaron: Ramallets; Alonso, Parra, Gonzalvo II; Gonzalvo III, Puchades; Basora, Igoa, Zarra Panizo y Gainza. Con anterioridad, también Estados Unidos había derrotado a los ingleses por 1-0.

El tan celebrado tanto del delantero vizcaíno tuvo una elaboración bastante simple. Ramallets entregó el balón a Gabriel Alonso. Este lo envió en pase largo hacia la izquierda por la que salió corriendo Piru Gainza, denominado por la prensa de entonces, muy aficionada a aplicar denominaciones rimbombantes, «El Gamo de Dublín». Al centro de este al área apareció Zarra delante de Williams y, sin que ello fuera un remate espectacular, batió al guardameta inglés, que se lanzó hacia su izquierda. La pelota entró por el centro de la portería.

Eizaguirre, que jugó contra Estados Unidos, luego fue sustituido por Ramallets. Disputó el partido final contra Suecia junto a Asensi. Igoa fue interior clave junto a Panizo. Antonio Puchades fue titular en todos los encuentros. Ramallets, encajó un gol de Obdulio Varela, capitán uruguayo, muy parable. Ello fue el comienzo de la fase final. Luego llegó la goleada de Brasil (6-1) y la derrota con Suecia (3-1).

Al último partido, que no era la final, porque se jugó en liguilla, llegaron Brasil y Uruguay. Los anfitriones eran claramente favoritos. Los uruguayos estaban convencidos de su derrota. Varela se plantó en medio del vestuario y dijo a sus compañeros: «Pónganse los huevos en la punta de los botines y a ganar». Marcó el brasileño Friaça a los dos minutos. Varela tomó el balón y se fue hacia la banda camino de un juez de línea. Dio la impresión de que iba a pedir la anulación del tanto con lo que los cienmil espectadores de Maracaná, ante la duda, casi enmudecieron. Varela no dijo nada, se volvió hacia el centro del campo y rompió el jolgorio brasileño. Schiaffino (m. 21), y Chiggia en el 34, del segundo tiempo, rompieron todos los pronósticos.

Barbosa, guardameta vencido, estuvo a punto de suicidarse. Vagó perdido varios días sin aparecer por casa. Colocaba dentro de la portería, a modo de amuleto, una muñeca regalada por su mujer. El remate de Chigia se la rompió. Barbosa fue denostado por Brasil. Fue el gran condenado de una derrota imprevista.

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