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El dentista vikingo y el verbo de Valdano

El dentista vikingo y el verbo de Valdano

Uno está viendo el duelo entre Argentina e Islandia y piensa en el equipo de una isla medio perdida, en el Atlántico norte y con una capital impronunciable con el doble de consonantes que de vocales, la más difícil de saber en la niñez escolar cuando se nos obligaba a memorizar las comarcas de Salamanca y Zamora, los gentilicios de Badajoz, Huesca y Calahorra€y los ríos de Europa, con sus afluentes, naturalmente. ¿Cómo va a ganar Islandia a Argentina, la patria del tango y la milonga, de Cambalache y la Cumparsita? ¿ Cómo puede competir un equipo de aficionados con uno plagado de estrellas mundiales que cobran en euros cifras millonarias.? ¿Cómo puede ganar un equipo de vikingos barbudos a la poética de Jorge Valdano? ¿Hay algo que pueda superar en belleza el análisis sintético que en un octosílabo es capaz de desarrollar el verbo de poeta Jorge? Ansioso estoy por conocer el titular que el argentino ha dedicado a este desastre que sólo el de las Malvinas puede superar.

Y ya ven, esa selección de hombres armados de músculos, de patadas a seguir y de fortaleza guerrera se plantó delante de un equipo que recordaba el tango aquel del «Caminito que entonces estabas bordeado de trébol y juncos en flor, una sombra ya pronto serás, una sombra lo mismo que yo». Ni quedan tréboles, ni juncos en flor. Sí, hubo un día que Argentina paseaba triunfante por las calles de Puerto Madero, en ese caminito de casas de colores entre pintores y bohemios que venden pinturas de hambre con corbata, presumiendo de ser patria de acogida y sembradora de ilusiones€ Tuvo en el fútbol el mejor embajador de una tierra europea allá al final de las tierras de América. Pero llegó una selección dirigida por un médico dentista para mostrar al mundo el verdadero cambalache en que se ha convertido el fútbol profesional. Una persona que arranca muelas, pone empastes y ajusta dentaduras y que no se le ocurre vivir del cuento, a poner en evidencia las tácticas y técnicas, eso sí, siempre adobadas de literatura que acompañan a los hipotéticos ases del balón y que hacen buena la estrofa del maravilloso tango argentino:

Si uno vive en la impostura

Y otro roba en su ambición

Da lo mismo que sea cura

Colchonero, rey de bastos

Caradura o polizón

Así es que uno no puede dejar de pensar a cuántos impostores y caraduras ha «manoseao» el dentista vikingo.

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