España ha sumado una victoria importantísima en un partido espeso que ni el gol que hizo aclaró. Con un equipo rival encerrado y sin dejar apenas espacios, la primera parte se convirtió en un querer y no poder. No había profundidad, ni oportunidades. El juego era lento e Irán se sentía cómoda. España lo intentaba, pero el resultado no era el esperado. El equipo no estaba fino y la ausencia de espacios hacía imposible el juego vistoso del equipo nacional, que otras veces ha resuelto con talento. La segunda parte empezó con el gol. Gol de rebote a la altura de un choque que no ha ofrecido exquisiteces salvo alguna jugada de Isco. Y es que el ansiado tanto debía dar tranquilidad, pero no era el día para ver la mejor versión de esa España que sabe jugar con balón, que maneja y crea espacios. Aunque se mejoró en llegadas y disparos a puerta.

El rival puso en más de un apuro a España. Un gol anulado y un remate rozando el larguero demostraban que los iraníes habían entendido que el equipo de Fernando Hierro no estaba mostrando su mejor versión. Sin grandes alardes creativos, con fútbol directo y hasta poco ortodoxo hicieron que España sintiera en ocasiones vértigo. Con el balón los españoles controlaban el juego, pero el segundo gol no llegó y cuando Irán se acercaba al área de De Gea, las ideas no parecían claras. Con todo, a los Mundiales se va a ganar partidos y es lo que ha hecho España.

Sumar sin jugar bien tiene su mérito y ayer era lo más importante para encarar el último partido con la clasificación prácticamente en el bolsillo. Marruecos no será fácil porque nadie es fácil, pero los cuatro puntos que figuran en el casillero de España sirven para seguir soñando con esta selección. Ayer se ganó sin brillo, pero la victoria sabe igual de bien a todos los que creemos que España puede llegar lejos en este Mundial de Rusia.