El enfrentamiento que mantienen desde hace años el expresidente de la Asociación de Deportistas (AD), Cayetano Martínez de Irujo, y el actual presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, se ha saldado esta semana con un varapalo judicial al aristócrata. El Juzgado de Primera Instancia 16 de València ha condenado a Martínez de Irujo a pagar 3.000 euros al presidente de la federación y exjugador del Levante UD un total de 3.000 euros por vejarlo e insultarlo en las tertulias de tres programas con «gran audiencia». La sentencia no es firme y puede ser recurrida ante la Audiencia de València.

Las declaraciones de Martínez de Irujo objeto del litigio se produjeron tras estallar el Caso Soule, en el que la Audiencia Nacional investiga una presunta trama de corrupción en la RFEF y en torno a su polémico expresidente, Ángel María Villar. En relación a esta investigación, el aristócrata -defendido por el letrado Ángel Zamora- aseguró el 24 de julio de 2017 en el programa de Antena 3 «Espejo Público»: «Esta mafia organizada que ahora se ha demostrado que es criminal tiene tres nombres concretos... El segundo es Luis Rubiales, que es el delfin de Ángel María Villar». E insistió en meses posteriores en el programa «Partido a Partido»en Be Mad Live en que «Rubiales era parte de ese entramado, porque era el delfín de de Villar».

Rubiales, defendido por el letrado José Vicente Gómez Tejedor, presentó una demanda contra Cayetano Martínez de Irujo por «intromisión ilegítima del derecho al honor» y reclamaba el pago de 30.000 euros de indemnización.

El magistrado del Juzgado de Primera Instancia 16 de València le da la razón parcialmente al considerar que las incriminaciones a Rubiales en la presunta trama criminal del «Caso Soule» -donde nunca ha estado investigado- son «afirmaciones claramente insultantes y vejatorias, por lo que se deben de calificar como un atentado frente a la reputación personal y profesional del actor». Del resto de declaraciones, el magistrado considera que se enmarcan en la libertad de expresión de Martínez de Irujo, aunque éste no sea profesional de la comunicación.